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22 julio 2008

Las predicciones éticas y Jesús Vozmediano

A Jesús Vozmediano lo conocí allá por los años ochenta. Yo hacía mis primeros pinitos periodísticos como colaborador en El Correo de Andalucía, a las órdenes de mi admirado Pepe Álvarez.
Jesús Vozmediano era entonces miembro del Patronato del Parque Nacional de Doñana (lo fue desde su constitución en 1979 hasta 2004).

Por aquellos años, el furtivismo hacía estragos en el Coto de Doñana. Yo había conseguido los contactos necesarios para adentrarme con una cuadrilla de furtivos en el Parque Nacional, junto con un fotógrafo, y efectuar un reportaje sobre el furtivismo y sus efectos letales para la fauna del enclave privilegiado en la costa de Huelva.

Lo teníamos todo listo, el día y la hora señalados para la incursión, incluso unos flashes especiales para la fotografía nocturna que tuvimos que pedir prestados. Nuestras ansias ante la posibilidad de la noticia nos mantenía en vilo y algo nerviosos. En realidad nosotros no conocíamos a aquellos tipos de nada y no sabíamos cuáles podrían ser sus reacciones, pero estábamos decididos a narrar la historia, aunque ocultando nombres y lugares. Hasta entonces, y creo que hasta ahora, no había visto un reportaje de ese tipo publicado en la prensa escrita.

Sin embargo, un instinto de última hora me llevó a consultar la publicación de un reportaje de ese calibre con la entonces dirección del Parque. Y allí estaba él, con su inmensa humanidad desparramada por su despacho de la Plaza de España.

Me recibió con su carácter afable y con su jerga dócil de profesor experto. Desde el altar de su sillón cardenalicio me impartió mi primera lección de ética periodística sin necesidad de haber pisado nunca una facultad de comunicación.

-Ya sabemos que esa plaga existe, –me dijo- pero si publicas el reportaje, les darás una publicidad que no merecen y cuyas consecuencias podrían ser imprevisibles.-

-Es mejor luchar contra ellos desde el anonimato- concluyó.

Aquel reportaje nunca vio la luz, porque nosotros no acudimos a la cita y nos dedicamos a escribir sobre otros menesteres y el cáncer del furtivismo en el Coto se fue reduciendo poco a poco por otros medios.

Sin embargo a mí se me quedaron grabadas a fuego la sinceridad de aquellos ojos y la pasión por la naturaleza que emanaba por cada uno de los poros de aquel cuerpo enjuto.

Esta anécdota viene a colación porque el domingo pasado, en una entrevista concedida al diario ABC, manifestaba en relación al cambio climático algo tan grave como esto:

“La situación nacional e internacional es insostenible a todos los niveles. Sólo los cínicos o ignorantes pueden negarlo. Y el cambio climático es ya irreversible. He podido hablar en confianza con científicos relevantes y la conclusión es unánime. Pero no se puede reconocer públicamente, porque la alarma social podría llevar al caos y además no se resolvería nada. El concepto antinómico desarrollo sostenible ya no es válido. Sólo cabe «crecimiento», en los países desarrollados, en calidad pero no en cantidad. El gravísimo problema es que los políticos que nos gobiernan no son precisamente premios Nobel. Ya estamos empezando a verle las orejas al lobo. Muy pronto veremos el lobo entero”

Y si lo expresa así de tajante alguien como él, a mí se me pone el cuerpo a temblar, porque me da miedo el lobo, mucho miedo. Máxime cuando encima algunos gurús del tema comienzan a bombardearnos con amenazas que nos ponen las carnes de gallina.

Aunque sólo le deseo bien por aquella tremenda lección ética a un chaval soñador en un despacho de Sevilla, esta vez espero que se equivoque, por el bien de todos y el suyo propio.

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