Os dejo aquí una hermosa perla del diseño gráfico de comienzos del siglo pasado, ese que no entendía de ordenadores ni de interfaces gráficas y se asemejaba más a la artesanía tradicional. Me la topé urgando por los rincones polvorientos de las hemerotecas municipales de Sevilla. Y se ha convertido sin quererlo en pieza de cabecera de mi escritorio.
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