En el Partido Popular están haciendo un especial hincapié en demonizar el suministro de agua a Barcelona y piden a voces la implantación del Plan Hidrológico Nacional de Aznar. Sin embargo, el agua no es el gran debate dentro del PP. Bajo su manso fluir discurre un debate más apasionado y crispante que hace que el agua se convierta en la excusa para presentar las opciones de cara al congreso de junio del partido. Los barones que apoyan a Rajoy hacen piña en torno a su líder y utilizan el agua como arma arrojadiza contra Zapatero y, especialmente, contra aquellos de su propio partido que cuestionan el liderazgo del gallego.
Esperanza Aguirre se ha visto obligada, dado su papel estelar mediático de estos días, a posicionarse sobre el tema y, claro está, lo ha hecho a favor de Aznar, el gran ausente. El núcleo duro del PP y la derecha mediática está con ella, aguantando los envites de las hordas rajoyescas y, quizás por eso, ha aceptado a plantar cara en el programa “59 segundos”, a pecho descubierto, en lo que se puede interpretar como el primer envite en toda regla a Mariano Rajoy. Aunque de momento, amaga todo lo contrario.
El esfuerzo del presidente del PP por centrar el partido y presentar una cara más moderada y con vocación de consenso no está sentado demasiado bien en los sectores del Partido Popular más afines a Aznar y liderados por Esperanza Aguirre. Está en juego el liberalismo y con esa biblia no se juega. La derecha mediática, con Fedeguiki a la cabeza, se encarga de recordarle al líder del PP cada día que fue esa doctrina la que los llevó a ganar dos elecciones generales consecutivas. Esperanza Aguirre y la política desarrollada en la Comunidad de Madrid son ahora el máximo exponente de liberalismo. Sin embargo, en aquellos lugares donde gobiernan los postulantes de Rajoy se han venido aplicando políticas muy similares, a leguas de distancia de ese nuevo talante cuasi socialdemócrata que Rajoy parece defender ahora.
No sé qué pensarán los electores de Rajoy al respecto, pero a mí no me resulta tan claro que el famoso debate sobre las ideas y los principios no se quede al final reducido a una simple pugna por el poder dentro del aparato del partido. No veo al PP aplicando otras políticas que las que ya son harto conocidas. Veo más bien un debate, al que se le quiere dar el tinte de político, entre un líder un tanto desgastado, derrotado en dos elecciones consecutivas y que se aferra al aparato del partido para permanecer en el poder y una Esperanza Aguirre ambiciosa e impaciente que está convencida de que por fin ha llegado su turno.
Al final, será el congreso de junio el que nos aclarará las cosas. Pero si hay algo que me mantiene en vilo es el silencio de ultratumba de Aznar, cuando no se ha callado ni debajo de agua. ¿En qué estará pensando el lince de las Azores? Es la noticia que falta en este puzle de titulares.
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