Mi obra literaria

15 abril 2008

La historia de una carrera por la vida

En 1993, Gilbert Tuhabonye, corredor de Burundi que entonces contaba 19 años, esperaba graduarse de secundaria en Kibimba y aspirar a una beca para deportistas en la Universidad de Tulane, en Estados Unidos.
Un día de octubre de aquel año, Gilbert y otros 100 tutsis como él fueron capturados por los hutus, la etnia rival en su región de África, y conducidos hasta una gasolinera, donde los encerraron y procedieron a quemarlos vivos. Gilbert rompió una ventana, saltó al exterior y corrió como nunca por su vida. Fue el único sobreviviente de la masacre.
"No había forma de escapar. La gente esperaba afuera. Si alguien intentaba saltar, lo atacarían con sus machetes"- contó después.
Días más tarde se refugió en un hospital y comenzó su lento proceso de recuperación. Antes de 18 meses, Gilbert ya corría de nuevo, a pesar de que el fuego le había consumido la carne de la pantorrilla hasta el hueso.
En 1995 compitió en los Juegos Mundiales Estudiantiles de Japón y al año siguiente resultó seleccionado para participar en un campo de entrenamiento del Comité Olímpico Internacional (COI) para los países en desarrollo. Era ya uno de los talentos más prometedores de su país.
El año de los juegos de Atlanta, Gilbert llevó la antorcha olímpica por las calles de Birmingham, Alabama, la cuna de los derechos civiles, en un gesto tan simbólico como emocionante para su persona. El fuego que había estado a punto de sesgarle la vida, ahora lo transportaba él en alto, como símbolo del entendimiento entre los pueblos y las razas.
En 1996 Gilbert se vio cara a cara con uno de los hombres que intentaron matarlo. El tipo se derrumbó a sus pies pidiendo perdón y Gilbert, que sabía que si no lo dejaba ir lo matarían, lo dejó marchar.
Desde entonces vive instalado en Austin, Texas, y se ha convertido en la inspiración de los cientos de corredores del club que dirige, Las Gacelas de Gilbert. La máxima que lo motiva es que si ha perdonado a quien quiso matarlo puede hacer cualquier cosa. Ahora se dedica a correr maratones y este domingo participó en la Londres.
Después de leer su historia, me gustaría correr con él esa carrera, no la maratoniana por las calles de la capital del Reino Unido, sino la carrera del alma cuya meta es el perdón de quienes un día quisieron acabar con tu vida. Esa carrera de fondo que tantos necesitamos correr en algún determinado momento de nuestras vidas.
Fuente BBC Mundo

8 comentarios:

  1. Anónimo4:59

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  2. hola jack; no sabía esta historia,suena muy fuerte, tanto como la capacidad de perdonar a aquel que quiso quitarle la vida.menuda lección de humanidad! tambien pasé por el mobbing laboral pero mi (im)paciencia hizo que mandara a la mierda a aquella empresa, aunque la responsabilidad sólo era de su administradora.
    suerte con lo tuyo

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  3. Iakitxu: Gracias, la verdad es que la suerte es muy importante y decisiva en este tema. Espero afrontarlo con tranquilidad y resolverlo cuanto antes. No pienso dejar la empresa, llevo 28 años allí y toda esta gente que se dedica a hacer estas cosas no son más que aves de paso.
    En cuanto a lo de la historia, es cierto que necesitamos que estas cosas se divulguen, muestran que la capacidad del ser humano por mejorar las cosas es infinita.
    Un saludo.

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  4. Anónimo11:54

    Hola Jack,

    ¿Y realmente merecía que le perdonara la vida?.
    Si el que intentó matarle tuviera otra oportunidad, y nuestro amigo el corredor no fuera famoso, probablemente le volvería a intentar matar, y esta vez no fallaría.
    Me parece una noticia bonita por fuera, pero amarga e hipócrita por dentro. Muy al estilo de la moralina yankee.

    Darle oportunidades a un infraser, un chimpancé semievolucionado que pega tiros en la cabeza y corta articulaciones a machetazos sin pestañear, a veces hasta por placer, está bien... reeducarle y tal, aunque yo se las daría antes a quien lo ha merecido por sus actos y no ha tenido oportunidades.

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  5. Anónimo12:00

    Este es el tipo de gente que nos hace creer que hay algo bueno en nosotros, aunque sea poco, su mirada es increible.

    Perdonar? a quien me hace daño puedo perdonarle, a quien trata cruelmente a otros, no.

    besos, me ha dejado un extraño sabor este post.

    Vaya J, tiempo sin saber de ti, saludos.

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  6. J: tus puntos de vista siempre aportan algo diferente y enriquecen el debate. No sabes cómo me alegro de que sea así
    Quizás si tuviera otra oportunidad volviese a intentarlo, pero cuando se toma una determinación como esa no creo que se haga con la intención de conseguir cambiar al otro, sino con la de mostrar qué te hace diferente. No lo sé. Hay que ser muy valiente para tomar una decisión así.
    Sinsol: yo procuro no confundir perdón y olvido. Soy capaz de perdonar, aunque a veces me cueste, preo procuro no olvidar jamás.
    Un saludo a tod@s

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  7. Anónimo12:33

    La valentía en estos casos es cuestionable.
    Podría haber sido un acto de valentía el perdonarle, es posible; o también un acto de cobardía. No todo el mundo tiene lo que hay que tener para plantar cara ante una situación como esa (o ante situaciones mucho más leves). A veces se disfraza la cobardía de valentía, o quizás en este caso la valentía es simplemente una versión externa y edulcorada para llenar un reportaje.

    La gente es cobarde.

    Me gusta la gente capaz de perdonar, pero sobre tambien me gusta la gente capaz de plantar cara a las situaciones, incluso el que es capaz, y tiene la voluntad y decisión de ejecutar una venganza.

    Debajo de todo esto esta el miedo.
    Del que mata, los que mueren y los que tienen miedo a morir.

    Otro debate sería a que nos lleva eso, pero tengo un pollo asado esperando, y estoy robando muchas lineas :)


    Un saludo.

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  8. Anónimo12:38

    Vaya, salgo como anónimo.

    Por cierto, un placer pasarme por aquí. Como siempre.

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