Mi obra literaria

05 febrero 2008

Ziganda, la querella que cuesta interponer

El “cuco” Ziganda anunció públicamente que interpondría una querella contra Jesús Alvarado si éste no se retractaba de las graves acusaciones que había vertido sobre él en su blog. Alvarado no se ha retractado, ni piensa hacerlo, y asegura que hay testigos (en plural) que hablarán cuando el juez los llame a declarar.
A día de hoy, la querella continúa sin interponerse y lo único que ha sucedido es que un bufete de abogados de Madrid se ha puesto en contacto con Jesús Alvarado para pedirle que rectifique, diciéndole incluso, según cuenta en su blog el propio Alvarado, cómo ha de rectificar, so pena de “emprender las acciones legales oportunas”. Tampoco se tiene constancia de que se haya iniciado acción judicial alguna contra los medios que se hicieron eco de la noticia en su momento sin citar al propio Alvarado como fuente.
Cuando los hechos se vuelcan en los medios de comunicación, todo queda, nada desaparece y perdura por los tiempos de los tiempos a la espera de los ojos que quieran depositar su mirada sobre ellos.
Esta tenacidad en la advertencia yo no acabo de comprenderla, la verdad, porque cuando yo estoy completamente seguro que no he dicho tal cosa, no caben amenazas, sino hechos tajantes y contundentes. Si yo no he dicho una cosa y se me imputa, sobre todo de tamaña gravedad, no hay intento de rectificación que valga, todo lo contrario, exijo reparación inmediata de la calumnia y de los perjuicios que me pudiera causar en mi imagen pública en los ámbitos adecuados, es decir, en los tribunales. No acabo de entender a qué espera Ziganda y a qué tanto mensajito de abogados intermediarios. Los picapleitos están para lo que están, es decir, para exigir reparaciones del modo que sea cuando se vulneran los derechos del defendido, a no ser que lo que se pretenda es un lavado de urgencia de imagen pública.
Las acusaciones son de gravedad, nada acordes a lo que se entiende por deportista, sin embargo, aparte del revuelo inicial, parece ser que todo el mundo quiere pasar de puntillas sobre este asunto, sin calibrar que existe toda una ciudad que exige que se aclare, que se determine mediante las pruebas pertinentes si existieron o no tan graves manifestaciones.
Ziganda manifestó en una emisora de radio a nivel nacional que se retiraría del fútbol si se demuestra que él ha dicho tales palabras. A mí, particularmente, me parece demasiado poco castigo para la gravedad del asunto. No sólo se tendría que retirar del fútbol, también debería buscarse una cara nueva, porque la actual se le caería de vergüenza, de ser verdad lo que presuntamente se le imputa.
Los sevillistas y los sevillanos no estamos indiferentes ante este suceso, fue demasiado grande el dolor, demasiada profunda la herida, como para quedarnos tranquilos, como si no hubiera pasado nada. No cuesta tanto acudir a la justicia para que se aclaren los hechos, es un derecho que asiste a todo ciudadano de un Estado de Derecho como en el que vivimos.
Ziganda está tardando demasiado, dando unos rodeos incomprensibles. Hay que dejarse de palabrerías en este grave asunto y dejarlo en manos de los únicos que pueden arrojar luz sobre él, es decir, la justicia. Lo demás son cuentos y ganas de marear la perdiz.

1 comentario:

  1. Anónimo22:11

    Jack: Estoy leyendo tus otros blogs,que enganche,como me gusta tu poesía.

    Gracias,un beso.

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