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13 agosto 2009

El ridículo nacional del PP

Se quedó algo corto Ramón María del Valle-Inclán cuando creó el esperpento para retratar el sentido cómico-trágico de la vida española. Se ve que don Ramón no conocía a Arenas, de los Arenas de toda la vida. Porque si existe algo en esencia esperpéntico eso es Arenas sentando cátedra sobre dictaduras.

Javier Arenas es una deformación grotesca del político al servicio de intereses personales y oscurantistas que nos ha tocado sufrir a los andaluces. Menos mal que, al igual que su barbado jefe, pierde en todo a lo que se presenta, que si no íbamos apañados aquí en el cálido sur.

La táctica que ha decidido emplear el PP para tapar la cara oculta del partido es sencillamente ridícula, más propia de una película de Berlanga que de quienes tienen la enorme responsabilidad de poner en práctica el tan necesario ejercicio democrático de oposición. Además responde a una lógica egoísta y de poco calado político e intelectual: como yo estoy de mierda hasta las cejas, hay que impregnar de mierda a todo el mundo, incluidos el Estado de Derecho y la democracia misma.

Es la misma técnica que empleaba don Ramón, pero llevada a sus más extremas consecuencias. Deformar sistemáticamente la realidad para que nadie sea capaz de aprehender la realidad misma.

En este país parece que cuanto más grande es la mentira, más posibilidades tiene de colar, o al menos eso es lo que deben pensar a pies juntillas los dirigentes del PP. Basta que De Cospedal haya dicho una barbaridad indigerible para que ahora nos vengan todos y cada uno de ellos diciendo cada cual una burrada mayor. Pura táctica de distracción destinada a hacernos más amena una temporada insulsa como el verano.

Ya sólo les queda iniciar el período de reclutamiento e insurgencia antes de comenzar la guerra de guerrillas liberadora.



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