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24 abril 2009

País deplorable

Cuando se consuma una cruel y dura realidad que hace estallar todas las alarmas y saltan a cubierta las ratas encargadas de depurar los detritus de la tragedia, siempre salen a flote los listos aprovechados que hacen mercadería del dolor y el padecimiento ajeno para sacar provecho personal del caos, usureros insufribles de la tristeza, mientras otros sólo son capaces de ver cielos despejados donde sólo hay tormentas.

Es en esos instantes de hecatombe cuando más avergüenzo de este país de pandereta, que es incapaz de aunar esfuerzos aún cuando esté en juego su esencia más imprescindible, la gente que lo habita y lo sostiene.

Mientras tanto, quienes somos padecientes y no partes de este monopoly de vidas y padecimientos, nos vemos obligados a sacar ganas de donde no las tenemos y encontrar cada día una nueva excusa para acudir a hacer lo único que sabemos; trabajar para que este país pueda salir adelante.

Verdaderamente deplorable.

Gracias Ramón, gracias Toño.

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