Raza de periodistas

No conozco ningún arma mejor que el verbo bien esgrimido. Cuando se escribe con raza, con argumentos sólidos y con la convicción moral de llevar la razón, la palabra es el misil más poderoso que existe.

Hoy me siento avergonzado de ser europeo, de pertenecer a una cultura, presumiblemente guía del occidente civilizado, que se permite tratar así a los seres humanos, a nuestros semejantes. Hoy Europa ha aprobado la directiva de la vergüenza.

Pero también hoy me siento orgulloso de estar trabajando muy duro para formar parte de una raza incombustible de hombres y mujeres que han hecho de la búsqueda de la verdad y de la justicia la luz que ilumine sus días.

Hoy me siento orgulloso de querer ser periodista, porque hay periodistas todavía, con mayúsculas, que llaman a las cosas por su nombre y no tienen ningún miedo a contar la verdad con las palabras justas y precisas.

Juan Varela es uno de ellos y hay muchos más, por suerte. Periodistas que utilizan la palabra para intentar cambiar este mundo de mierda que estamos construyendo entre todos. Me siento orgulloso de ellos, de cada una de sus frases y palabras escritas o pronunciadas. Y espero estar junto a sus plumas algún día no muy lejano, con la inteligencia atenta y la voz entrenada.

Este es un ejército de paz y justicia, de filiación voluntaria y grandes metas. Intrépidos reporteros de una guerra silenciosa y oscura que se arrastra desde siglos y en la que se juega el futuro de la humanidad. Así lo creo yo.

Bienvenido todo aquel que quiera integrarse en sus filas y participar en la batalla.