No es una cuestión de uniformarlos y otorgarles bastón de mando, ni tampoco de la conveniencia de hablarles de usted o de tú. Es simple respeto hacia alguien que puede ser determinante en tu vida, que te puede marcar para siempre y no sabes de qué manera. Es no engañarte a ti mismo con liberalidades e individualismos inútiles que no te llevan a ningún sitio.
Es acuñar una determinada actitud ante alguien que tiene la responsabilidad de enseñarte, de sentar las bases que harán de ti una mejor persona, que te descubrirá caminos que ni siquiera sabías que existían, que te enseñará a conocerte y a confiar en ti mismo, en tus posibilidades, en lo que puedes lograr con tu esfuerzo y tu trabajo si te lo propones.
Alguien que, si tú lo dejas, lejos de ser tu enemigo como crees, puede abrirte las puertas al mundo, para que te sientas parte de él, para que te impliques y, si tú quieres, puedas intentar cambiarlo a mejor. Alguien a quien seguramente a lo largo de tu vida estarás eternamente agradecido por haber sabido sacar lo mejor de ti.
Es tu profesor, idiota, tu mejor sustento y tu mayor esperanza. En demasiadas ocasiones el único que tiene una pequeña probabilidad de cambiarte a mejor. Si lo dejas, claro.
7 comentarios:
Lo has clavado, con tu permiso, hago una entrada en mi blog y te referencio,si no tienes inconveniente claro, saludos!
Suscribo tu reflexión.
Un abrazo.
José Manuel: por supuesto que no tengo ningún inconveniente, esto son los blogs, conversaciones. Gracias de antemano.
Félix Soria: Gracias amigo.
Un abrazo.
Gracias! :)
No se puede expresar mejor y de manera más simple lo que un profesor o maestro, como es mi caso, puede representar. Gracias.
Al igual que José Manuel, tomo tu entrada prestada para colocarla en mi blog.
Muchas gracias, macgo, la entrada es tuya.
Publicar un comentario