La intención es al periodismo como el verbo al lenguaje, sin ella no existiría la acción, es decir, no se podrían contar los hechos. Hasta el mito sagrado de la objetividad en el periodismo es producto de una determinada intención.
La intención hace que lesiones derechos revelando unos datos, escribiendo unas frases o tomando una fotografía y aunque jures después por el inicio de los tiempos que lo has hecho sin intención alguna, no conseguirás engañar a nadie más que a ti mismo.
La intención suele viajar velada por el resto del equipaje y la llevamos a todas partes sin darnos cuenta. Resulta patético contemplar a cuantos la niegan sistemáticamente, despreciando la realidad misma y salvaguardando quién sabe qué intereses, cuando basta con examinar después el resultado de su trabajo para apreciar que está infectado de intencionalidades incluso latentes a flor de piel.
Me inclino por un periodismo de intenciones, transparentes y diáfanas desde el primer momento, incluso vociferadas de antemano.
Un periodismo transformador, humano y a nivel del suelo, que busque la verdad, aunque sea casi imposible de encontrar y le duela hasta a uno mismo. Y humilde como la sábana blanca de una mortaja.
Un periodismo intencionado que sirva para cambiar el orden de las cosas, porque de no ser así, entiendo que dejaría de ser periodismo.
2 comentarios:
Parece que el periodista debe ser un santo, sin opinión y sin intenciones. El problema está en la imposibilidad de establecer un diálogo sincero, porque la gente prefiere que cuando le digan la verdad, no haya nadie detrás. Porque entonces la culpa la tendrá el otro.
El periodista interpreta la realidad, y nosotros leemos al periodista porque confiamos en él, en su criterio. El problema es cuando no quieres conocer la realidad.
antihéroe: yo los prefiero claros desde el principio y abiertos al diálogo con todos, aunque no me guste la realidad que presentan.
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