En un post, cuya característica más destacable es una asepsia a prueba de bombas, Alfredo Sánchez Monteseirín, Alcalde de Sevilla, da cuenta de la visita de los responsables de la política ambiental del Ayuntamiento al Rainbow Warrior, el mítico barco insignia de Greepeace, atracado en el puerto de Sevilla desde el pasado 2 de junio.
Durante el encuentro, los ecologistas entregaron un ejemplar de “La crisis del clima. Evidencias del cambio climático en España”, un informe cuyo objetivo es mostrar cómo nos afecta el cambio climático, en especial a Andalucía, y evidenciar los perjuicios que causará en su economía y medio ambiente si no se toman las medidas adecuadas.
Los ecologistas destacaron la importancia de la cumbre mundial que se celebrará en diciembre en Copenhague de cara a la necesidad de alcanzar un acuerdo internacional de reducción de emisiones mundiales que permita salvar el clima. También solicitaron a los responsables municipales que intercedieran ante los gobiernos autónomo y nacional para que defiendan en la cumbre mundial un compromiso serio sobre reducción de emisiones.
El Alcalde suele presumir a menudo de que Sevilla es una ciudad comprometida en la lucha contra el cambio climático, y no le falta razón. Se han efectuado importantes inversiones en mejorar la calidad ambiental, que han propiciado un cambio espectacular en el paisaje urbano de buena parte de la ciudad.
Por eso me resulta especialmente contradictorio e incomprensible que, cuando un grupo de activistas ecologistas se cuelgan en la Torre del Oro para desplegar una pancarta contra el cambio climático, a la ciudad no se le ocurra otra cosa mejor que enviarles a la policía para detenerlos.
Con la ciudad paralizada y en estado casi caótico en estos días por el regreso de las hermandades que peregrinaron a la ermita del Rocío, con el descanso de sus habitantes alterado por la altisonante algarabía que suele acompañar este acontecimiento y los continuos cohetazos que atronan la paz del cielo sin importar la hora ni el lugar, imputar a los autores de esta pacífica protesta de los delitos de desórdenes públicos, desobediencia y resistencia a la autoridad, es cuando menos un ejercicio de hipocresía de una magnitud desmesurada.
4 comentarios:
Tómatelo como una detención por poner publicidad donde no se debe, como en los cristales de las paradas de autobús, que también son pacíficos esos papelitos con fixo.
Además de denunciar el exagerado caos que se montó ayer en el Paseo Colón vendría bien preguntarse por qué Greenpeace no ha dicho ni pío de las ventajas medio ambientales que supone que en el centro de Sevilla el único humo que hay es el del tabaco.
Haya cambio climático o no (que lo hay desde que el mundo es mundo, si no no hubiera habido glaciación, por ejemplo), yo me quedo con la boca abierta ante lo clara que ha quedado la Catedral y lo negrísima que estaba antes.
Antonio Rull: y no sabes cuánto me alegro de que haya sido así el cambio producido en la ciudad, Antonio.
Pero me parece exgerada la intervención para lo que ha consistido la protesta.
Por cierto, a los que ponen papelitos en las paradas (o a los que las rayan con bujías) jamás se los molesta.
Lo sé, era por poner un ejemplo un poco exagerado pero comprensible.
Puede que haya sido un poco exagerado, pero tampoco les han dado palos ni nada. No estoy justificando a la policiía ni al ayuntamiento ni nada, ojo, pero no me parece extraño que si dos tíos se descuelgan desde un monumento se les detenga, y no es por la paranoia de que "¿y si se cargan algo qué?", sino simplemente porque no está bonito. Además, que la policía les detenga da fuerza al mensaje que quieren lanzar, por lo exagerado de la acción policial ;)
Antonio Rull: eso sí, más repercusión mediática sí que han conseguido, que es de lo que se trataba.
Publicar un comentario