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29 mayo 2008

La libertad de expresión soy yo

Interpretar las palabras pronunciadas a mi antojo y convertirlas en un insulto si me apetece. Determinar yo, y nadie más, qué es lo que dicen los demás y por qué lo dicen. Utilizar mi tribuna pública para encender conjuras ilusorias afines a mis oscuros intereses y quedar impune.

Son parte del código deontológico que defienden Jiménez Losantos, el maoísta convertido en libegal, y su cuadrilla. Bombardear con titulares de dudosa veracidad cuanto se les antoje y eludir la responsabilidad de sus consecuencias. Es su particular definición del concepto “libertad de expresión”. Da igual si se roza la calumnia, la infamia o el insulto, da lo mismo. Porque la libertad de expresión soy yo. Y todo aquel que discrepe, se manifieste en contra o me exija responsabilidades está contra la libertad de expresión.

Que no se me exija ética profesional, no va conmigo. Soy el portador del estigma de la verdad suprema, la que viene directamente de dios, ornada con mitra, báculo y anillo pastoral y teñida de puro rojo cardenalicio. La verdad con mandato evangélico que no se puede cuestionar.

Hoy el titular de su blog no puede ser más elocuente: “España está madura para la dictadura gallardonita”. Quien se acobarda ante el juez se crece cuando tiene ante su boca un micrófono. Si este país dependiera de tu ardor, de tu valentía, íbamos apañados, Federico.

Es la imagen de la España patética, la que piensa que aún vivimos en los tiempos de los Reyes Católicos y nos podemos encontrar a Cristóbal Colón a bordo de su carabela en cualquier playa atestada de turistas. La España negra que anunciaron los poetas. Y, como siempre, detrás se esconde la sombra alargada, de ciprés, del poder esotérico de la Iglesia. Ésa que siempre se ha empeñado en mantenernos encerrados y condenados en las cavernas del oscurantismo y la ignorancia. Ya empezamos a estar acostumbrados.

Seguro que esto no se queda así, seguro que después, como los hematomas, se hincha.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos los macarras son igual de cobardes. Se acojonan ante la autoriadad y se crecen ante el debil

Anónimo dijo...

Acabas de expresar perfectamente en palabras mi miedo.
Sin duda una persona que siembra el odio es un terrorista tambien y a veces mucho más peligroso porque las palabras lanzadas cuajan en cada mente según el abono que en ellas haya. Años despues se recogen los frutos negros y amargos.

Anónimo dijo...

Me pongo a vuestro lado, césar, Jack, Lp querida. Dejarme hueco que contra más seamos plantándole cara al miedo antes se nos pasará el susto del horror que representa toda esta gente.

Gregorio Verdugo dijo...

Carlos Amigo, arzobispo de Sevilla, dice ahora que Losantos es "un dolor de cabeza". Os dejo el enlace.
http://www.elplural.com/macrovida/detail.php?id=21479