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18 marzo 2015

Hipocresía malsana

Pretenden hacernos creer, sobre todo ahora en plena campaña electoral, que son iguales que nosotros, simples mortales que vagabundean por la vida a la espera de la llegada de la hora definitiva. Pero no es así. Ellos imponen las reglas, las aprueban en contubernios oscuros y siempre mirando de reojo a sus propios intereses. La política está teñida con una espesa capa de hipocresía malsana que la aleja del ciudadano y de su primordial cometido.

El acuerdo entre los tres grupos políticos con representación en la cámara andaluza (PSOE, PP e IU) para que el Parlamento asumiera las cuotas personales a la seguridad social que todo trabajador de este país ha de sufragar de su propio bolsillo es ya de por sí de vergüenza torera. Es curioso que para este tipo de cuestiones siempre es más fácil el consenso.

Si además nos detenemos en la forma en la que se llevó a cabo y la manera traicionera y cobarde en que rectificaron es para echarlos de ahí e impedirles que vuelvan a toda costa. Escondidos y a espaldas de los ciudadanos, la postal representativa de toda una época. Y por si fuera poco, negando el derecho a la información de quienes los eligieron. Todo un ejemplo.

Este uso malsano de los privilegios que otorga el hecho de formar parte de la élite que impone las reglas del juego es el peor cáncer que puede padecer una democracia, aunque a ellos poco les importe. Renunciar a una paga de navidad que le fue privada a todo un país ahogado por la crisis apelando a la “solidaridad” con el pueblo para luego a escondidas hacer una jugada como ésta es, simplemente, de tener muy poca vergüenza. 

Además, este tipo de actuaciones demuestran bien a las claras en quién realmente piensan estos representantes de la ciudadanía cuando se trata de adoptar las medidas que marcan la vida cotidiana de millones de personas. Ahora continuarán callando y mirando para otro lado, porque lo que toca es convencer a los votantes de que van a cambiar las cosas si nadie les quita los sillones sobre los que descansan sus magnánimos culos. Una nueva dosis, más grande si cabe, de pura falsedad. 

Ni explicaciones, ni disculpas. Continuar como si nada con el egregio ejercicio de fariseísmo que les permita alcanzar el próximo domingo en las condiciones más favorables para propiciar que nada cambie, que todo permanezca igual, a ver si la próxima legislatura se puede consolidar la subida encubierta de sueldo del 4,8% a la que se tuvo que renunciar en ésta por miedo al escarnio público. 

Eso sí, si se ven obligados a reintegrarla, lo volverán a hacer en cómodos plazos. Un sueldo medio de más de 3.000 euros al mes tampoco da para mucho más. Que se lo pregunten a los mortales de a pie.

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