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14 febrero 2015

Ecologistas denuncian el uso generalizado de herbicidas en solares de Sevilla

Ecologistas en Acción de Sevilla asegura haber comprobado que "el uso de herbicidas para el control de las hierbas en solares se ha generalizado". Además afirman que han contrastado que "en la actualidad se fumiga en zonas donde se venía actuando con medios mecánicos".

La organización ecologista advierte que los herbicidas son tóxicos para las personas y el medio ambiente. En un comunicado difundido ayer explican que el más utilizado es el glisofato, “un herbicida no selectivo que aniquila todo tipo de plantas” y que se suministra bajo diversas marcas, “siendo el más vendido el RoundUp, comercializado por Monsanto, cuya venta le supone miles de millones de euros cada año”.

Solar fumigado con herbicidas en el cruce de las
calles Astronomía e Ingeniería


Exponen que estudios de la Universidad de Caen en Francia han demostrado que el glifosato estimula la muerte de las células de embriones humanos y que algunas células de la placenta humana son muy sensibles a dicho producto, incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura. Se ha llegado a determinar que una exposición 500 veces menor a la que tiene lugar en los campos tratados con este herbicida induce a la muerte celular.

Además aclaran que “los riesgos son mayores para las mujeres embarazadas, pero no sólo les afectan a ellas, sino que la práctica de deportes o el simple paseo por zonas fumigadas pueden dar lugar a efectos perjudiciales para la salud”.

Otras pruebas toxicológicas independientes también han revelado toxicidad subaguda por lesiones en glándulas de la saliva, toxicidad crónica con inflamación del estómago, daños genéticos en células sanguíneas, trastornos reproductivos como esperma anómalo en ratas y conejos y cancerígeno con aumento de la frecuencia de tumores de hígado y de tiroides en ratas.

Estos efectos, aclaran, han llevado a la Unión Europea a legislar para limitar el uso de los plaguicidas mediante la Directiva 2009/128/CE. En ella se conmina a los Estados miembros a velar porque se minimice o prohíba el uso de plaguicidas en zonas específicas como las carreteras, en los espacios utilizados por el público en general o por grupos vulnerables —parques, jardines públicos, campos de deportes, áreas de recreo, recintos escolares y campos de juego— y los espacios cercanos a los centros de asistencia sanitaria”.

Ecologistas en Acción denuncia que, pese a estas recomendaciones, “el glifosato se emplea de forma habitual en nuestro entorno por los operarios públicos o de las subcontratas de Parques y Jardines, especialmente en solares próximos a viviendas, como ocurrió en la huerta del Rey Moro y esta temporada en solares de Pino Montano”.

Este hecho adquiere especial relevancia, ya que “el glifosato se infiltra en el suelo, es muy soluble en el agua y persiste de dos a seis meses”. La consecuencia inmediata es “la contaminación de los acuíferos, es tóxico para la fauna acuática, los animales domésticos o el ganado y que se esparce sin control por el subsuelo”. Además, añaden, “cada preparado herbicida que contiene glifosato viene acompañado de otras sustancias que facilitan su absorción y que multiplican su toxicidad”.

La asociación ecologista demanda la sustitución del glifosato “por métodos no contaminantes, que no dañan la salud ni el medio ambiente, escardas manuales o mecánicas mediante desbrozadoras, utilizadas por operarios de Parques y Jardines hasta hace poco en estos mismos lugares o térmicos con quemadores con infrarrojos son comunes en los países de la Unión Europea”.

También consideran imprescindible cambiar el concepto de “mala hierba”, ya que “ninguna planta es mala, porque fijan carbono y nitrógeno del aire y lo convierten en alimento para los animales, siendo la base del ecosistema; bombean con sus raíces nutrientes del suelo hacia la superficie, para ponerlos a disposición de otras plantas, animales y microorganismos, y protegen los suelos y la vida que hay en ellos del sol directo y la lluvia, frenando la erosión”.

Aconsejan “diseñar suelos tapizados con vegetación natural y controlarla mediante siega” en los parques, jardines y solares”. Dicha práctica ofrecería “la posibilidad de realizar el control de hierbas con ganado, con lo que del actual problema de contaminación podemos pasar a aprovechar racionalmente un recurso, la hierba, generando trabajo auto-sostenido por las producciones con el consiguiente ahorro para la comunidad”. Una experiencia que se ha puesto en marcha en París, que “ya cuenta con un rebaño al servicio de estas tareas”.

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