Crónica de un pleno anodino

El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla celebrado esta mañana ha sido tan extraño que ni siquiera ha tenido banda sonora, como venía siendo habitual. A las 9:30 de la mañana, la Plaza Nueva presentaba el mismo aspecto que un desierto siberiano, sólo que con algunos esquimales que deambulaban sobre el enlosado y buscaban desesperados un lugar en el que guarecerse del frío. Ningún colectivo se había concentrado para orquestar su protesta a las puertas de la casa consistorial, quizá sabedores de que lo que se iba a tratar en la sesión de hoy carecía de toda trascendencia.

De hecho, los nueve puntos del orden del día a propuesta del Gobierno de la ciudad se ventilaron en apenas 10 minutos y el resto del tiempo se dedicó a las mociones presentadas por los diferentes grupos políticos. Lo único reseñable en ese vertiginoso arranque fue la toma de conocimiento de la renuncia al acta de concejal de la socialista Susana López que por lo tanto no participó en la sesión. A partir de ahí se abordaron las mociones de los grupos, que suelen tener en común una sintaxis reflexiva que hace difícil identificar a quién corresponde la responsabilidad de llevarlas a cabo.

A las presentadas por el grupo del Partido Popular se les podría llamar sin riesgo a error “Instancias”. En ellas se propone a que “se inste” a la Junta de Andalucía o a alguna de sus consejerías a tomar una resolución en un tema concreto. Por lo general se trata de apremios que no tienen garantía de llegar a ningún sitio, como la carta a los Reyes Magos, pero que son herramientas muy útiles para impostar el enfrentamiento político de los grupos según quien ostente la titularidad de la institución a la que van dirigidas.

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