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03 junio 2014

Y las setas volvieron a ser ágora



La de ayer fue una concentración rara. Con euforia y entusiasmo desbordantes y muchos asistentes, miles. Pero extraña. A pesar de que su convocatoria se difundió a través de las redes sociales, ya a las ocho de la tarde, a priori media hora antes de la acordada, el espacio existente entre la fachada del Ayuntamiento de Sevilla y los quioscos metálicos de la feria del libro estaba a rebosar. Cientos de banderas tricolores ondeaban en el aire cansino del atardecer.

Poco a poco fueron llegando más. A las puertas del Consistorio se celebraba un acto convocado por Ágora Feminista de Sevilla contra la violencia de género. Les costó un trabajo enorme hacerse oír ante el insistente griterío de los convocados. A la hora convenida dio comienzo la concentración y los dirigentes de Izquierda Unida se colocaron bajo los arcos de la fachada principal y desplegaron una pancarta que decía “Sevilla por la República”.

Dos grandes banderas republicanas fueron zarandeadas por la gente mientras se coreaban diferentes consignas. Se veían estandartes de otras formaciones políticas; Podemos, Equo, Izquierda Anticapitalista, Corriente Roja, Partido Comunista de los Pueblos de España, y de algún sindicato como el SAT. También militantes del PSOE que manifestó haber acudido a título individual. Una multitud variada y de un amplio espectro social.

En un momento dado de la concentración la gente decidió pasear las banderas en procesión y rodearon la Plaza Nueva coreando eslóganes. Fue entonces cuando alguien gritó “vamos a las setas”. Y la cabecera tomó rumbo a Tetuán. Fue algo improvisado, hasta tal punto que los congregados se desplazaron hasta la Plaza de la Encarnación formando varios grupos que recorrieron cantando las calles peatonales del centro de la ciudad. De por medio, los patrulleros de la Policía Local intentaban controlar el desbarajuste, encajonados entre los distintos grupos.

Una vez en las setas la gente se colocó en las escalinatas que hicieron famosas las asambleas del 15M allá por 2011. Poco a poco se fueron incorporando los grupos que se habían quedado rezagados y la Plaza se llenó. Volvieron los cánticos coreados a voz en grito. Por un momento pareció que la plaza se había retrotraído a la primavera de tres años atrás. Pero faltaba algo.

Al igual que durante varios momentos del trayecto desde Plaza Nueva hasta allí, se cantó el himno de Andalucía impulsado por los militantes del SAT. Luego los de IU entonaron la Internacional. Pero seguía faltando algo. No proliferaron discursos ni arengas por parte de ningún dirigente político. Nadie parecía querer dirigirse a aquella multitud, que se empecinaba en permanecer allí y se resistía a marcharse.

Hasta que, cuando ya parecía que se daba por concluida la convocatoria, apareció un micrófono conectado a un enorme altavoz. Tomó la palabra Federico Noriega, integrante de las Asambleas Ciudadanas Constituyentes de Sevilla, para decir que no bastaba con un referéndum para elegir Monarquía o República, sino que es necesaria una nueva constitución que garantice una democracia de verdad.

A continuación ofreció el micrófono a los presentes. La gente se decidió a hablar. Miembros del 15M, del círculo de Podemos de Sevilla, activistas de todo tipo y condición y varios asistentes se lo acercaron a la boca para expresar lo que sentían y también sus deseos, mientras los oyentes aplaudían al termino de cada una de las intervenciones.

Las formaciones políticas al uso ya habían plegado sus banderas, enrollado sus pancartas y abandonado el lugar. Pero ellos continuaron allí, expectantes, y la plaza volvió a ser lo que aquel mediados de mayo de la lejana primavera de hace tres años: un ágora de encuentro y debate de los ciudadanos. Todavía eran bastantes más de mil.

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