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22 junio 2014

La unidad dual de la Marcha de la Dignidad del 21J


La realidad es que ayer hubo dos marchas de la dignidad para rodear el Parlamento de Andalucía. Lo que indica que hubo diferencias, discrepancias entre organizaciones, quizás por primera vez en este tipo de convocatorias. En sevilla report lo contamos así, porque así fue como ocurrió.

No fue por casualidad que el dirigente del SAT, Diego Cañamero, insistiera una y otra vez durante su intervención en el acto de cierre de la protesta en sus llamamientos a la unidad. “Tenemos que hacer un esfuerzo colectivo para ganarle el pulso a la derecha”, clamaba desde el estrado botella de agua en ristre. “Es el momento del frente popular de izquierdas en Andalucía y en el Estado español”, insistía. Incluso le hizo un guiño al bloque de la formación Podemos. Diego es perro viejo y sabe de esto.

Las pequeñas diferencias ya se habían puesto de manifiesto en la convocatoria. El sindicato CGT había optado por una ruta alternativa que pasaba por los barrios antes de confluir con los demás en las inmediaciones de la cámara autonómica. A principios de semana el recorrido alternativo de la organización anarcosindicalista ya había creado el cisma. Ese trazado y la consecuente falta de pago de los gastos de la organización de la protesta fue esgrimido por los organizadores para descabalgarlos de las marchas. CGT no figuró en la pancarta de cabecera y tampoco entre los intervinientes del acto final. La columna de los barrios congregó a más de trescientas personas venidas de todos los puntos de Andalucía.

Ya en el acto final en la sede parlamentaria autonómica se integraron entre los demás participantes sin problemas. Esa fue la tónica general. Sin embargo, hubo un incidente que reflejó a la perfección la tensión que produjo el distanciamiento instalado durante la semana entre las diferentes organizaciones.

El escenario instalado para celebrar el acto de cierre estaba rodeado por un cordón de seguridad. Eran hombres de distintas organizaciones identificados por una pegatina que sostenían una cuerda anaranjada que delimitaba la frontera de paso para los asistentes. En un momento dado, un veterano militante de la CGT que portaba una bandera del sindicato intentó traspasarlo. La reacción del servicio de orden no se hizo esperar. Hubo tensión, imprecaciones y algún que otro empujón. Al final, consiguieron que el intruso no lograra su objetivo y se viera desplazado hasta la parte de atrás de las personas allí concentradas.

Todo quedó en eso, un instante de tensión sin más incidencia entre gente curtida en mil batallas. Sin embargo, entre los componentes del servicio de orden empezó a correr la consigna de evitar ese tipo de choques. “Que después lo único que queda en los medios es eso”, se decían unos a otros mientras se recuperaba la calma. Uno de los asistentes, mientras este periodista trataba de captar imágenes del incidente sin conseguirlo, me instó a no escribir de “esto”, sino de lo que ocurría "en lo alto del escenario".

Tengo por norma escribir lo que veo, que es la mejor manera de combatir la subjetividad innata del ego inherente a mi persona. Pero el incidente me provocó una cierta desilusión, porque estoy seguro que esas mínimas diferencias no son tan insalvables. Sobre todo cuando se trata de enfrentarse a las miserias que acucian a tantos miles de andaluces y que deberían estar muy por encima de los intereses legítimos que cada sigla alberga. Pedir la unidad de todos contra el mal que nos atenaza está muy bien. Pero el esfuerzo que es necesario hacer entre todos para conseguirlo debe ser ímprobo y, sobre todo, creíble.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Gran epílogo !

Saludos