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18 febrero 2014

Tras el silencio, niños robados


El día en que se iba casar y acudió al Registro Civil a recoger su certificado de nacimiento, Alfonso Cárdenas, sevillano de 48 años, se llevó la sorpresa de su vida al descubrir que sus padres eran adoptivos. “Siempre he sospechado algo por la edad de ellos, pero no me habían contado nunca nada”. Poco tiempo después, la casualidad le hizo deducir que podría ser un niño robado.
A raíz de esa revelación comenzó una investigación que todavía perdura y en la que descubrió una serie de anomalías. En su partida literal de nacimiento figura que es adoptado y que lo dejaron en una casa cuna. “Si me entregaron ahí, lo normal sería que figurase con un apellido de expósito, no ya con los de mis padres adoptivos”. También descubrió incoherencias en las fechas, en las entregas y en el horario de entrada.
“Se supone que una vez que entras en una casa cuna, antes de ser adoptado, tienes que estar seis meses para la adopción menos plena —sostiene—, pero a mis padres les mandaron en la misma carta la plena y la menos plena”.
El hecho que acabó por revelarle que era un bebé robado fue una carta que encontró en una caja fuerte de su casa. Iba dirigida a su padre adoptivo, a la dirección en que vivían entonces, la calle Castilla de Triana.
“Contenta por haberos podido complacer en vuestra petición, os mando el documento que necesitáis. Podéis estar completamente tranquilos, no tenéis nada que temer; el pasado, gracias a Dios, ha quedado atrás y murió sin dejar huellas desagradables que os hagan estar intranquilos por nada y podéis sacar toda clase de documentos que hagan falta, así podéis dormir tranquilos sobre este particular”.
“Después de leerla e ir encadenando todo esto, pienso que antes de que me metieran en la casa cuna todo esto se estaba preparando y fraguando”, explica Cárdenas, que ahora busca desesperado a su familia biológica, “a mi padre, a mi madre y a mis hermanos, si los tuviera”.

Lee el reportaje completo en “Los hijos del silencio”, en sevilla report.

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