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24 octubre 2013

Los bamboleos de Zoido

La administración de Sevilla por parte de Juan Ignacio Zoido parece cada vez más el libreto de un sainete. Traicionado innumerables veces por la evidente ausencia de modelo de ciudad de la que adolece, el regidor hispalense propone y dispone según sople el viento y lo requiera la actualidad. El teatro de baja estofa en el que se ha convertido la gestión municipal ha entrado, a mitad de mandato, en la fase en la que el director toma al público por idiota.

Zoido no sabe lo que quiere hacer. Improvisa a medida que le llueven las críticas en los medios o las redes sociales, algo habitual por su predisposición a meterse en todos los charcos. A estas alturas de la película, se puede decir que el alcalde se ha convertido con la práctica en un maestro de la rectificación. Un ilusionista de la política que no tiene ningún pudor en decir diego cuando instantes antes había dicho digo. Eso sí, el golpe de tramoya con el que suele disfrazar estos bandazos siempre es como poco espectacular.

La primera pirueta política en la que se vio envuelto tuvo lugar a los pocos meses de iniciado el mandato. El hombre que había prometido a todo el quisiera oírle que iba a paralizar la construcción de la Torre Pelli pasó por arte de magia a hacer una defensa numantina de la misma ante la Unesco. El rascacielos también protagonizó otro de sus patinazos más sonados. Sucedió con la ubicación del Caixaforum en las Atarazanas. Primero aplaudió la decisión de Cajasol de trasladarlo a la Torre Pelli y llegó a decir incluso que “era un día muy importante para Sevilla”. Y al final, cuando le llovían críticas desde todos los rincones de la ciudad, ordenó a su grupo en un Pleno adherirse a la moción presentada por PSOE e IU que instaba a la entidad bancaria a rectificar su decisión.

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