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14 septiembre 2013

Donde dije digo, digo Diego

El gobierno municipal de la participación ciudadana y de todos los sevillanos muestra su patita por debajo de la mesa cada vez que tiene ocasión. El motivo ha sido ahora la polémica de la implantación de la zona azul en el barrio de la Macarena. Una amplia representación de los vecinos, prácticamente la mayoría de ellos, se opone a dicha medida. Sus representantes en la Junta de Distrito la vetaron en votación democrática.

Pero hete aquí que la delegada del distrito, la señora Evelia Rincón, sale a eso de la media tarde con unas declaraciones en la SER en las que afirmó que la voluntad de los vecinos no es vinculante y que el plan inicial iba a seguir adelante. La señora Rincón debería explicar entonces qué es lo vinculante en un distrito municipal si no lo es la voluntad de quienes en él habitan. ¿Tal vez la opinión de las estatuas y los árboles que lo pueblan? ¿O el caciquismo del mandatario de turno?

Gracias a un hada extraviada, supongo, a las pocas horas se cambia de opinión de manera súbita y se da marcha atrás en la impopular medida. Como siempre sucede en estos casos, se busca una excusa peregrina, más propia de wonderland que del mundo real, para justificar el patinazo. Hubiera bastado un lo siento, me he equivocado, si no se tratara de algo más profundo.

Cuando Zoido defendía en su programa electoral que había que recuperar la confianza de los ciudadanos en la capacidad de sus gobernantes para tomar decisiones, quiero imaginar que no se refería a esto. El entonces opositor hacía referencia a la intención ya manifiesta de cargarse de un plumazo los presupuestos participativos implantados por el consistorio anterior. La excusa: que dilataban en exceso los procedimientos.

Ahora, cuando ya está implantado ese procedimiento singular, resulta que los dirigentes se niegan a escuchar la opinión de los vecinos y la declaran “no vinculante” en un magnífico ejercicio de democracia. Si no vincula la opinión de quienes la eligen, Evelia Rincón debería explicar qué es lo que lo hace entonces. A su singular teoría sobre la participación ciudadana, Zoido debería haber añadido la coletilla “siempre y cuando estos estén lo suficientemente preparados”.

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