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04 noviembre 2012

Sevilla no tiene océano


En sevilla report estamos trabajando en un reportaje en profundidad sobre el dragado de profundización del río Guadalquivir. Ya hemos entrevistado a empresarios arroceros, a varios miembros de organizaciones ecologistas y a algún que otro científico. Todos nos han explicado con rotundidad los argumentos que justifican sus posicionamientos al respecto.

De forma paralela, en la prensa local han venido apareciendo informaciones sobre temas relacionados con la única intención de potenciar y dar altavoz a sólo a los intereses de una de las partes que hay en juego con este proyecto: los del Puerto de Sevilla.

En esta ciudad, que se caracteriza por el afán de muchos notables de mantenerla en aceite y ajena a los cambios para el disfrute y solaz sólo de unos pocos, resulta cuanto menos alarmante que, para ciertos intereses y determinados proyectos casi siempre bastante polémicos, la prisa se convierte en el principal motor del cambio.

Con el proyecto del dragado nos estamos jugando el futuro del río y muchos no lo quieren ver o, simplemente, no les interesa. Sevilla no es un puerto marítimo, por más que algunos lo sueñen en sus noches de desvelo y sonambulismo. Y esa gran arteria que atraviesa la ciudad y que es el espejo donde nos miramos la mayoría de las veces sus habitantes agoniza y muy seriamente.

Además, nuestro egocentrismo ancestral nos impide vislumbrar que con nuestras decisiones podemos dañar de manera irreparable las actividades de otros territorios cercanos que dependen también de la buena salud del río. Lugares donde hay gente cuyo subsistir está vinculado estrechamente al cauce fluvial, como Doñana y las costas de Cádiz y Huelva, amén de todos los pueblos que hasta su desembocadura pueblan sus dos riberas.

En una cuestión en la que la palabra de los expertos debería ir a misa, aquí parece no interesarle a nadie y es obviada, cuando no menospreciada, de manera permanente. Nadie tiene en cuenta, porque no interesa, el dictamen de los científicos.

Es una lástima, porque Sevilla no se asoma a un océano, sino que ha arrullado siempre a un río que le dio la vida y al que ahora parece querer despreciar. Y todo por la ambición de gloria de unos cuantos incompetentes a los que nadie parece tener intención de detener.

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