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04 julio 2012

Juzgan a un niño de 11 años por “concentración ilegal” en Barhéin


El pasado 13 de mayo, Ali Hassan Ali Mohammad Jasem, de 11 años, fue detenido en una calle próxima a su casa donde se estaba celebrando una manifestación, mientras estaba jugando con otros dos niños en el barrio de Bilad al Qadeem, a la afueras de Manama, en Bahréin. Unos agentes de policía les dieron el alto y amenazaron con disparar contra ellos si no hacían lo que les decían. Los otros dos niños lograron escapar, pero Ali Hassan fue detenido en el acto, acusado de bloquear intencionadamente la calle con grandes contenedores de basura comunitarios. 

No se le permitió ver a un abogado hasta poco antes de comparecer ante un tribunal de menores el 6 de junio. Quedó en libertad bajo fianza el 11 de junio, y su próxima vista judicial estaba prevista para el 20 de junio. Está acusado de "concentración ilegal" y "alteración de la seguridad".  Amnistía Internacional pide que se retiren los cargos contra él.

Según la información recibida, tras su detención lo llevaron de unas comisarías de policía a otras durante alrededor de cuatro horas y lo interrogaron. Una vez en libertad, dijo a su abogado que durante todo ese tiempo estuvo solo y, hambriento y cansado, acabó "confesando" los delitos de los que le acusaban. 

Compareció ante el fiscal de menores el 12 de junio, cuando se prorrogó la orden de detención contra él. Negó todas las acusaciones y dijo que había "confesado" únicamente porque la policía había prometido dejarlo libre si lo hacía. A lo largo de su detención estuvo recluido en un centro de detención de menores.

El 29 de mayo, el fiscal de menores lo acusó formalmente de "participar con otros en una concentración ilegal de más de cinco personas a fin de alterar la seguridad pública con violencia" en aplicación de la legislación sobre menores y los artículos 178 y 179 del Código Penal de Bahréin, que tratan de las concentraciones de más de cinco personas a la vez.

El artículo 32 de Código Penal de Bahréin reza: "La persona que no tenga más de 15 años en el momento de cometer un acto constitutivo de delito no será considerada responsable. En este caso se le aplicaran las disposiciones del derecho de menores." Estas actuaciones son contrarias a la Convención de los Derechos del Niño, en la que Bahréin es Estado Parte.

Las autoridades bahreiníes no han expresado públicamente su intención de introducir reformas y aprender las lecciones de lo sucedido en febrero y marzo de 2011, cuando reprimieron las manifestaciones contra el gobierno. 

En noviembre de ese año, la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin, establecida por el rey Hamad bin Issa Al Jalifa, presentó un informe sobre su investigación de las violaciones de derechos humanos cometidas en relación con las manifestaciones contra el gobierno.

Dicho informe determinó que las autoridades habían cometido graves violaciones de derechos humanos con impunidad, entre ellas uso excesivo de la fuerza contra manifestantes, torturas y otros malos tratos infligidos a manifestantes de manera generalizada, juicios injustos y homicidios ilegítimos. 

También instó al gobierno a establecer de inmediato un organismo independiente, formado por representantes de la sociedad civil, la oposición y el gobierno; supervisar la aplicación de las recomendaciones de la Comisión; emprender reformas legislativas para garantizar que la legislación se ajusta a las normas internacionales de derechos humanos; hacer rendir cuentas a los responsables de abusos; dejar en libertad a todos los presos de conciencia, y realizar investigaciones sobre las denuncias de tortura.

Hasta ahora la respuesta del gobierno sólo se ha ocupado muy superficialmente de esas cuestiones. Las reformas han sido muy irregulares, quizá porque sólo tenían por objeto apaciguar a los socios internacionales de Bahréin, y no han comportado verdadera rendición de cuentas ni justicia a las víctimas.
  
Aunque las autoridades afirman lo contrario, continúan cometiéndose abusos contra quienes se oponen al gobierno de la familia Al Jalifa. El gobierno se niega a dejar en libertad a decenas de personas encarceladas por haber pedido reformas políticas significativas, y tampoco atiende el arraigado sentimiento de discriminación y marginación política de la mayoría chií, que ha exacerbado las divisiones sectarias en el país.

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