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18 marzo 2012

Los periodistas no son noticia

[vídeo: sevilla!report]

Jesús Rodríguez / Gregorio Verdugo.

Que los periodistas nos hagamos oír -o queramos hacerlo- siempre es buena noticia. Al fin y al cabo, el oficio del periodismo consiste en mostrar la verdad del mundo a través de nuestra voz. Seguro que hay muchos a los que, por un motivo u otro, no les gusta que estemos nosotros por medio. Pero es lo que hay. Alguien tiene que hacer ese trabajo sucio de limpiar el mundo, y para eso estamos los periodistas.

Pero en el gremio hay unas cuantas máximas (el rumor no es noticia, hay que contrastar la información...) que cada vez son más obviadas. Entre ellas, la de que los periodistas debemos dar la noticia, pero no debemos constituirla o formar parte de ella.

Quién duda de que concentraciones como la de ayer en la Plaza Nueva de Sevilla son necesarias para dejar claro que aquí estamos, que nuestra labor es precisa para que exista otro bien fundamental: la información veraz. Pero estas quejas, en la calle o en las redes o en la redacción o en los congresos o en comunicados de las asociaciones de la prensa, no pueden ser la norma. Mientras no podamos dejar de ser noticia por la precariedad de nuestro oficio, se puede admitir que lo seamos durante un día. Pero no permanentemente.

Los periodistas nos hemos acostumbrado a llorar sobre nuestras miserias, a quejarnos de lo poco que cobramos, a decir (y escuchar) día sí y día también que el periodismo está en crisis y también que la abuela fuma. Llevamos años con la misma cantinela y aquí nadie se da cuenta de qué es realmente lo que tenemos delante de las narices, que no es otra cosa que la solución a muchos de los problemas del periodismo (y de los periodistas).

Es obvio que el periodismo, como la sociedad, está en crisis. Pero entendamos esta palabra etimológicamente: estamos en un cambio, que no será fácil, mucho menos porque los periodistas nos hemos acostumbrado a trabajar ocho horitas y a casa, a estar encerrados en redacciones a donde nos llegaban teletipos con información mascadita, y a veces el máximo esfuerzo que había que hacer era ir a una rueda de prensa, y ya por últimos no hacíamos -o no nos dejaban hacer- ni el esfuerzo de preguntar.

Dicen que Internet, que el modelo de negocio, que la publicidad. Mentiras y excusas. No es de recibo que la Asociación de la Prensa de Sevilla diga que "es evidente que (...) la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación (...) siembran de dudas nuestro horizonte y amenazan seriamente la viabilidad de nuestro oficio y, por ende, a la salud democrática del país". ¿Para qué lumbreras es evidente esto? ¿Cómo que amenazan la viabilidad de nuestro oficio y la salud democrática del país? ¿Qué nos hemos creído, semidioses que somos imprescindibles e intocables? ¿Que sólo con nuestra mera presencia estamos garantizando una sociedad informada?

Internet es lo mejor que le ha pasado al periodismo y a la sociedad desde la invención de la imprenta. Si la Red perjudicara en algo al periodismo, a la democracia y a la sociedad sería porque algunas personas están haciendo mal uso de ella. Y los periodistas tenemos que buscar nuestra responsabilidad dentro de los perjuicios que esté trayendo Internet.

No hay periodismo de papel y periodismo digital. Los dos únicos periodismos que hay son el bueno y el malo, y el soporte no importa. Lo que falla no es la herramienta, sino el ejercicio que se hace con esa herramienta. Lo que falla es el periodismo que estamos haciendo.

Los periodistas, en vez de demostrar el buen oficio que -sé que- tenemos, nos dedicamos a llorar, a maldecir a las empresas, a decirles que tienen que mejorar nuestras condiciones de trabajo, y no nos damos cuenta de que los grandes medios están obsoletos, no por no haberse sabido adaptar a la Red y a un nuevo modelo de negocio, sino por no saber hacer el periodismo que de verdad quieren los ciudadanos, que es el mismo periodismo de calidad que nosotros reclamamos una y otra vez, ni en este nuevo soporte ni en el anterior.

Los periodistas, como cantamos los andaluces en nuestro himno, queremos volver a ser lo que fuimos: hombres de luz que a los hombre alma de hombres les dimos mostrándoles esa misma luz de la verdad del mundo que sólo con el buen ejercicio del periodismo puede mostrarse. Por eso quizá deberíamos dejar de patalear ante las empresas y darnos cuenta de que a quien tenemos que llamar la atención sobre la necesidad de que haya un periodismo de calidad es a la misma sociedad.

Digámosle a los españoles que si quieren dejar de ser engañados, si quieren dejar de ser meros peones ejecutores de la opinión de un puñado de directores de diario y columnistas con ansias de poder, si quieren saber qué demonios está pasando delante de sus narices, para eso nos necesitan a los periodistas, las herramientas que construyen el periodismo. Dejémosle claro que los periodistas comen y que para conseguir todo eso es preciso que la sociedad nos apoye.

Y nosotros hemos de dejar de quejarnos de nada y empezar a dar a la sociedad razones para que confíen en este oficio y en el trabajo de quienes lo hacen. Dejemos de patalear, salgamos a la calle y hablemos con la gente. Y luego tejamos las historias, y devolvamos a la ciudadanía el poder que da la información. Medios no nos faltan. ¿Nos faltan ganas? Creo que tampoco.

Ánimo, compañeros: levantémonos y empecemos a trabajar. Hay un mundo ahí afuera y es preciso contarlo.

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