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19 diciembre 2011

Rajoy y la poesía

Un análisis Dafo de trazo grueso de la situación del país, anunciar la cantidad de reducción de déficit prevista para el año próximo, 16.500 millones de euros, (algo que ya estaba mandatado en los acuerdos del pacto de estabilidad de la UE), la actualización del poder adquisitivo de las pensiones para 2012, el aumento del bachillerato a tres años y que nos vamos a dedicar a empujar las fiestas a los lunes “menos las de mayor arraigo” (ya sabes).

Seis horas de debate y una ratio de productividad de lo más baja que se ha dado en la historia de la democracia española. A esto se ha reducido la primera jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy. El resto ha sido un cúmulo de generalidades sin concretar las medidas, ni las formas para ponerlas en práctica ni, lo que es peor, aclarar de dónde saldrán los fondos necesarios para ello.

La retórica se ha instalado en el Parlamento y quienes creíamos que hoy tendríamos más claro lo que se nos viene encima nos equivocamos de la noche a la mañana. Tendremos que seguir tirando de imaginación para tener una visión aproximada del panorama inminente.

Eso sí, se van a sanear los bancos, por enésima vez, y a reformar la administración pública, ídem. Muchos grandes planes sin concreción alguna y reforma a tutiplen para todo lo que se mueve, pero sin especificar cuánto y en qué dirección. Y mucho etc.

Lo que se puede suponer de las ambigüedades que se han dicho, mejor lo dejamos, que ya tenemos demasiados disgustos.

Al menos ha tenido el detalle de regalarnos un final de discurso poético, en el que las nubes se han convertido en lustrosos endecasílabos que nos señalaban altivos el camino de salida de la crisis. Ahí es nada.

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