cabecera_tipográfica_trans

11 noviembre 2011

Un debate de colores


Con los debates pasa como con los colores, que rara vez dos tienen la misma tonalidad. En el que organizó ayer el diario digital Sevilla Actualidad en la Facultad de Ciencias del Trabajo se puede afirmar que hubo gustos para todos los colores y también lo inverso.

Acertar con el formato de un debate debe ser como hacerlo con la primitiva, te puedes llevar toda la vida intentándolo y no lo consigues nunca. En esta ocasión el formato fue demasiado rígido, aunque no encorsetado. No se permitía a los interlocutores interrumpirse y argumentar en contra, salvo cuando correspondía el turno de palabra. Eso ralentiza y lo hace monótono, un poco mitinero. Aquello de soltar el rollo aprendido lo mejor posible y procurar quedar bien. Y aunque queda muy respetuoso, la verdad es que le resta pasión y divertimento. El interés de la gente demanda algo más ágil e interactivo.

Acudieron, de menor a mayor, Esteban de Manuel (Equo), Manuel López Ogayar (UPyD), Fernando Álvarez Ossorio (PA), Marina Segura (IU), María Eugenia Romero (PP) y María José Vázquez (PSOE) que debatieron sobre tres bloques (Economía-Empleo, Políticas Sociales y Regeneración Democrática) ante un centenar aproximado de asistentes.

Por mucho que los representantes de los partidos minoritarios intentaron que el debate trascurriera la mayor parte del tiempo en su terreno -aquello lo que los mayoritarios prefiieren no hablar-, muchos de ellos intentando introducir las demandas que desde mayo pasado la ciudadanía vocifera en plena calle, las representantes de PSOE y PP estaban envueltas a prueba de bombas en el corsé repetitivo que ya se ha revelado en los debates anteriores.

Hasta tal punto es así que ves uno y luego puedes ahorrarte todos los demás y dedicar tu tiempo a algo más productivo. El guión escrito a tinta de fuego desde las cúpulas de ambos partidos fluye hacia abajo como en cascada y por más que se intente romper por los adversarios se aferran a él como a un bote salvavidas que evita el naufragio. Y así se va cumpliendo con el ritual a la espera de que el día de las votaciones dios nos coja a todos confesados.

Mientras se auguraba desde los minoritarios que “hemos superado la capacidad de la tierra de reponer lo que tomamos de ella en un 30%”, que “vivimos en un democracia realmente imperfecta”, que “ ha llegado la hora de la política ciudadana” y que este sistema “está generando situaciones de extrema pobreza”, los partidos poderosos se escabullían uno haciendo alusión a las políticas aplicadas en 1996 y el otro con la retahíla habitual sobre las políticas sociales de Zapatero. Lo previsible.

El único momento de tensión que fue capaz de romper la monotonía se produjo cuando el representante de UPyD afirmó que en el sistema “impera el bipartidismo mercadeado por los nacionalismos” y el representante del PA le respondió a bote pronto que tenía “la sensación de que Rosa Díez es Isabel la Católica”. Fue de los pocos momentos en los que se escucharon algunas risas, tan recomendables en este tipo de debates.

Los ecologistas dieron por finiquitada la revolución industrial y defendieron una salida de la crisis liderada por el Gobierno de la nación. Izquierda Unida apostó por poner la economía al servicio del empleo. UPyD se decantó por recuperar recursos económicos para que el país los convierta en inversión. El PA exigió la creación de un plan de empleo prioritario para Andalucía y una banca pública andaluza. PSOE y PP siguieron a lo suyo, perdidos en discusiones sobre el origen de la crisis, ése que casi nadie supo prever, y hablando de las barbaridades de gestión en las cajas, como si no hubiesen sido ellos quienes las han dirigido hasta ahora. Eso sí, en esta ocasión María Eugenia Romero (PP) no leyó de ningún papel las escasas propuestas que se pusieron sobre la mesa, como hicieron sus compañeros en los debates anteriores.

En políticas sociales, más de lo mismo. Educación, Sanidad y Servicios sociales fueron los cauces por los que transcurrió la charla. También la vivienda que, según el representante de Equo, jamás había sido tratada como una política social en este país. UPyD defendió la recuperación por parte del Estado de las competencias en ambas materias, mientras que el PA clamó por la implantación de la Renta Social Básica recogida en el Estatuto de Autonomía e IU se quejó de la falta de compromiso de los poderosos con el país. El PP denunció que en Sevilla seguimos todavía teniendo caracolas y el PSOE, además de invitarla a que las visitara porque son bonitas de la muerte, afirmó que “todas las políticas sociales que disfruta este país las ha puesto en marcha el Partido Socialista”. Nada nuevo bajo el sol.

Por el tema que más por encima se pasó, quizá porque el tiempo ya apremiaba, fue el de la regeneración democrática. En boca de los minoritarios se escucharon bastantes reivindicaciones cercanas al Movimiento 15-M con diferentes matizaciones en algunos casos. Pero sí es cierto que el denominador común en todos fue que era necesario buscar mecanismos para acercar más la democracia a los ciudadanos. Pues nada, manos a la obra. La pifia de la noche la cometió la representante del PSOE, cuando afirmo sin inmutarse que en este país “todos los votos valen lo mismo”. Se me pasó preguntarle por el país en el que vive.

No hay comentarios: