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28 octubre 2011

Zoido y las nóminas de Tussam

Cuando estaba en la oposición y la anterior corporación municipal se retrasaba en los pagos de la nómina de la plantilla de Tussam, cosa que sucedió en bastantes ocasiones, el actual Alcalde, Juan Ignacio Zoido, aseguraba que el dinero estaba, ya que las partidas presupuestarias habían sido aprobadas y que si no se cobraba era porque se destinaba a otras cuestiones que nada tenían que ver con la empresa municipal de transportes.

Insinuaba Zoido entonces, y probablemente con razón, que Monteseirín desviaba las partidas presupuestarias a sus proyectos megalómanos antes que a cubrir las necesidades a las que estaban predestinadas.Las famosas setas y el Metrocentro eran dos de esos proyectos.

Aquellas operaciones de truculenta ingeniería financiera costó a los trabajadores de Tussam un buen pico en gastos por devoluciones de cobros comprometidos a la fecha de ingresos de las nóminas. Incluso alguno de los representantes de los sindicatos con representación en la empresa llegó a cuantificarlos en algo más de 100 euros al mes por persona.

Ahora, con Zoido al frente de la alcaldía, la empresa comunica a las centrales sindicales que el pago de la nómina correspondiente al mes de octubre no se va a realizar en fecha por dificultades financieras y que no hay ninguna seguridad de que se vaya a poder abonar antes de finales de la semana próxima como muy pronto. Ni siquiera tienen liquidez para hacer frente al acuerdo firmado con la representación de los trabajadores hace tan solo cinco semanas.

Desconozco los motivos por los que se vuelve a producir un nuevo retraso en algo tan imprescindible como el salario que saca adelante a una familia. No hace falta explicar aquí que los bancos no se casan con nadie y que cada recibo de hipoteca o compromiso de pago que sea devuelto genera un sobrecoste por los intereses que después se han de abonar.

Lo que sí es cierto y demostrable es que en estas fechas, los trabajadores ya han cumplido con creces con sus responsabilidades contractuales correspondientes al mes que se les adeuda. Y también me consta que el nuevo gerente se está dejando las suelas de los zapatos por los pasillos de los bancos buscando los 11 millones de euros que hacen falta para cerrar el presente ejercicio.

Es posible que Zoido no desvíe el dinero hacia otras partidas como hacía su antecesor, entre otras cosas porque nada hay que desviar, dada la carencia absoluta de recursos del Ayuntamiento que se deduce de sus constantes denuncias públicas en lo referente al estado de las arcas municipales.

Pero no es menos cierto que si no hay dinero para pagar al personal no debiera haberlo tampoco para otras cosas más superfluas. En los gastos deberían existir prioridades intocables y el salario de los empleados debe ser la primera de ellas. Y, desgraciadamente, no siempre es así. Esa debería ser una característica esencial de la gestión pública y rara vez se cumple.

También es verdad que, tanto entonces como ahora, la respuesta de la plantilla fue la misma; armarse de paciencia y apechugar con los gastos extras de manera estoica y silenciosa, sin armar revuelo alguno. Y eso que estamos hablando de un colectivo que es capaz de soportar un conflicto a base de huelgas como el que se generó en 2007 y en el que no se jugaban incremento salarial alguno, con los perjuicios económicos que conlleva. Bueno, todos no, los que más cobran no sufrieron pérdida alguna. Los mismos que ahora son los que mejor pueden resistir ante este tipo de contrariedades.

Los representantes sindicales han decidido personarse la próxima semana en el Ayuntamiento para “trasladar al alcalde la indignación y la preocupación de toda la plantilla por estos retrasos”. También han paralizado las arduas negociaciones del plan de viabilidad mediante el que se impondrá un recorte salarial del 5% a toda la plantilla. No está bien visto negociar descuentos salariales cuando aún no se ha cobrado lo atrasado.

Mucho me temo que con los precedentes antes citados es poco probable que Zoido comience siquiera a temblar.

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