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27 marzo 2011

La hora de los candidatos

Se acabaron las inauguraciones, los dispendios con los colegas para vender la burra a buen precio, aunque Sevilla se sumerja en un frenesí de pavimentos levantados, calles volteadas en contra de la más elemental de las normas, el sentido común, y en una vorágine de tráfico estancado a cualquier hora del día.

Concluye el plazo para rentabilizar eso que llaman “logros”, pero que las más de las veces se convierten en un suplicio para quienes los sufren en sus carnes cotidianas y, lamentablemente, en actos institucionales para que el pelota de turno pueda ejercer a sus anchas la función bíblica que tiene encomendada sin que nadie le moleste.

Los cánticos corales magistralmente dirigidos por los gabinetes de prensa y propaganda tocan a su fin y es posible que ahora los ciudadanos puedan descansar de tanto elogio, de tanta apología inútil, de tanta pátina de barniz deformante de la realidad. El culto a la alabanza agoniza con la caída de la noche, a la hora de los vampiros, y llega el tiempo de los candidatos, que se adueñarán del día a día de la ciudad hasta bien entrado mayo.

Un sprint final donde no todos parten del mismo lugar en la salida. Algunos cuentan ya con una ventaja considerable, bastante difícil de recortar a priori. Pero el caudal de indecisos, lejos de decrecer, se mantiene todavía en un porcentaje elevado. Hay batalla como para que afloren a la luz las ideas y los proyectos, hay espacio para ilusionar a la ciudadanía. Otra cosa es que se haga y no se desvíe el foco de atención a otras pedanías más decepcionantes.

Sin dejar de prestar la atención necesaria a la ola de escándalos que nos sacuden, el debate de Sevilla se merece ocupar el centro de atención de los ciudadanos. Cuatro años parecen no ser nada en la vida de una ciudad milenaria, pero son imprescindibles en la impronta que la ciudad deja en quienes la viven a diario.

Es hora de que la ciudad emerja del ostracismo que impone la actualidad y se eleve ante todos para que las propuestas le hagan el vestido nuevo que se confeccionará en los próximos años.

Si hay que pedir algo, me pido que sea una norma de obligado cumplimiento el que haya períodos de disfrute de la ciudad por la ciudadanía, sin ninguna obra que la moleste, ningún andamio estorbando, sólo para que el sevillano pueda vivir con holganza lo efectuado y meditar sobre las experiencias que le provoca.

Ahora que la palabra la tendrán quienes aspiran a gobernar esta ciudad, el remanso de paz debería estar garantizado, para que cada cual escuche, medite y decida sin ninguna interferencia, sin ninguna distracción, pensando sólo en lo que a su juicio la ciudad requiere.

Es la hora de la política y de los discursos, de los diálogos con las piedras centenarias y con los mascarones de proa de los sueños. Que las voces de los candidatos se escuchen nítidas mientras moldean la ciudad que han imaginado para nosotros. Sólo si gana Sevilla, salimos ganando todos.



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