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10 marzo 2011

La cansina cacofonía de la campaña electoral en Sevilla

Cualquiera que esté siguiendo mínimamente el desarrollo de la precampaña electoral a la alcaldía de Sevilla no tardará demasiado en darse cuenta de que nada tiene que ver con las anteriores. Más que una campaña electoral entre cinco aspirantes, parece una guerra sin cuartel de todos contra todos en la que no existen reglas.

La casuística de los acontecimientos de la actualidad ha propiciado que las propuestas de los candidatos pasen casi desapercibidas. El volumen sonoro que adquieren acontecimientos paralelos, más dados a soliviantar la alarma social, ha ensordecido el eco mediático de los mensajes electorales.

La mayoría de las veces, resulta un trabajo ímprobo y farragoso apartar las lianas de los titulares que los reflejan para encontrar, muy en el fondo, la resonancia de una de las propuestas que cada día lanzan al viento los candidatos.

La inmediatez de la actualidad roba visibilidad a la campaña a pasos agigantados. Y lo peor de todo es que amenaza con convertirse en la tónica imperante de aquí al 22 de mayo, con lo que el debate de la ciudad puede darse por perdido por completo.

Varios son los factores que inciden para que esto sea así. En primer lugar, los efectos devastadores de la crisis obligan a los alcaldables a retorcer sus estrategias para adecuarlas a los tiempos. Ello explica la especial insistencia de Zoido en la austeridad como emblema de su campaña, o el ahínco de Espadas en desvincularse de la etapa de su antecesor, más identificada con el dispendio e incluso el despilfarro. También el que todos enarbolen el empleo como el objetivo prioritario de sus políticas futuras.

A renglón siguiente, la proliferación de escándalos de corrupción en la administración andaluza ha logrado en poco tiempo postergar la campaña por la alcaldía de la ciudad a un segundo plano. La aparición de cada vez más falsos prejubilados en los ERE autorizados desde la consejería de Empleo de la Junta y la revelación de un fraude masivo en las ayudas al empleo de la Unión Europea son dos caramelos demasiado apetitosos como para que los partidos de la oposición los desechen.

Esto ha propiciado que, en la mayoría de las ocasiones, la campaña se ha trasladado del terreno de juego de las propuestas y el contraste de ideas al del cruce de acusaciones sin más trámite. El hecho de que la Junta no se haya decidido todavía por depurar las responsabilidades políticas que se derivan de ambos casos lo único que ha conseguido es incrementar el volumen y la virulencia de las acusaciones y sus correspondientes réplicas.

A estos dos aspectos anteriores hay que sumarles el creciente descrédito de la clase política a los ojos de los ciudadanos, para quienes ya es el tercer problema en orden de importancia, y la manifiesta debilidad del PSOE, debida al desgaste por la implantación de medidas para combatir la crisis y por los escándalos de corrupción.

Al respecto, resulta especialmente significativo que se haya suspendido el tradicional mitin de Vistalegre, derribo de un icono zapaterista interpretado en clave interna como que ya tiene decidido no repetir como candidato, y el cuestionamiento de la figura del secretario general de los socialistas sevillanos, Jose Antonio Viera, uno de los consejeros durante el período en el que se produjeron los fraudes y todavía en activo.

Finalmente, el que los tres grandes partidos políticos a nivel nacional coincidan en calificar la batalla de Sevilla como clave para el resultado del resto de comicios que se celebrarán a continuación, ha propiciado que la lucha cuerpo a cuerpo se produzca en todas y cada una de las trincheras y se utilice cualquier tipo de armamento disponible. El resultado no podía ser otro que una campaña preñada de propuestas de poca envergadura y escaso calado político, donde la ausencia del debate ideológico es la tónica y la ambigüedad en los discursos de los candidatos el denominador común.

De ahí que estén sucediendo hechos cuanto menos sorprendentes.

Resulta llamativa la desvinculación casi total de la campaña de Zoido de la marca PP, o la apropiación de medidas impulsadas por otros, como la ruta de rehabilitación de los conventos de la ciudad. Como tampoco pasa desapercibido el inmovilismo de Espadas con respecto a las posturas tomadas por Monteseirín con anterioridad en temas como el plan de viabilidad de Tussam, donde se ha limitado a presentar como novedosa casi la misma propuesta que en su día defendió el ex vicepresidente Guillermo Gutiérrez y que tantos quebraderos dio al Ayuntamiento. A veces, el lastre de las herencias no deseadas en según qué cosas resulta más difícil de soltar.

De la austeridad a toda costa y la eliminación de cargos innecesarios de Zoido a las propuestas aprobadas con toda urgencia y sin financiación de Espadas. Una cacofonía temática cansina y casi insoportable, en la que se echa de menos la presencia de verdaderas propuestas realmente transformadoras que ayuden a ver el inmediato futuro con algo más de optimismo. Porque si algo está erosionando esta campaña a todas luces es la ilusión de los ciudadanos, si es que les quedaba alguna.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

y... ¿A quién votamos?

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: me temo que eso tendrás que consultarlo con la almohada.

Enrique dijo...

Visto lo visto de un PSOE que no sólo abandono el marxismo en XXVIII congreso, sino que posteriormente también renuncio al socialismo y en esta legislatura ha renunciado a la socialdemocracia, que podemos esperar, pues que los que se ven ganadores por goleada y por un periodo de tiempo bastante largo no hagan nada, ni digan nada que pueda comprometerle y por lo que se le pueda pedir explicaciones. Para evitar lo anterior, con la actual Ley Electoral lo único que podría evitar que gobierne el PP sería crear un Frente Popular entre todo el arco político y sindical de izquierdas, pero esto hoy por hoy no se ve, por tanto lo más probable es que ese descontento justificado del pueblo se vea reflejado en votos en blanco o abstención.
Salud Grego.

Gregorio Verdugo dijo...

Enrique: po sí, es lo que toca por lo visto.

Anónimo dijo...

Por qué en vez de la abstención o votar en blanco que no sirve absolutamente para nada no votais a ciudadanos en blanco? Por lo menos es como una tarjeta roja a los políticos que tenemos de la otra forma no sirve de nada.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: perdona, pero no acabo de entender tu propuesta. ¿Cómo se vota a ciudadanos en blanco?

Anónimo dijo...

Dado que hay mucha gente que vota en blanco y que no sirve absolutamente para nada, a nuestros políticos les da lo mismo y miran hacia otro lado, Ciudadanos en blanco es una formación política, que cada vez tiene mas adeptos, cuya misión es conseguir reformar la actual ley electoral para que los votos en blanco computen de forma que si salen los suficientes votos el escaño o los escaños correspondientes se queden vacios y ningún chupatintas se lleva los honorarios. De esta forma el descontento generalizado que hay con nuestros políticos serviría como de escarmiento. De la otra forma no sirve de nada. Ciudadanos en blanco se comprometen que en caso de conseguir algun escaño lo dejan vacio y por supuesto renuncian al sueldo o lo donan a alguna organización benefica en caso de que no se pueda renunciar.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: una información interesante, que te agradezco, y que merece la pena profundizar en ella.