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25 febrero 2011

La caza del inmigrante en México

Imagen: Ricardo Ramírez Arriola para Amnistía Internacional.


La caza del inmigrante ya no es sólo un fenómeno de moda en las zonas fronterizas de Estados Unidos, donde patrullas de patriotas americanos se dedican al tiro al blanco con los inmigrantes ilegales que tratan de entrar a su país en busca de una vida mejor.

Como todo deporte que alcanza la popularidad, ahora se ha extendido también al territorio mexicano, que cientos de miles de personas tratan de cruzar cada año desde América del Sur con la intención de rozar el sueño americano. Es lo que tiene moverse impulsado por el flujo onírico, que siempre hay alguien que se molesta.

Muchos de ellos son detenidos por las autoridades de inmigración mexicana y devueltas a sus países de origen. Es la forma que tiene el Estado proveedor por excelencia de inmigrantes para el vecino del norte de reconocerse en los otros.

Amnistía Internacional asegura haber descubierto recientemente en México, en una visita para investigaar los informes sobre violaciones de derechos humanos en inmigrantes, que muchas de esas personas habían sido secuestradas por bandas con la colaboración, en ocasiones, de funcionarios locales.

Los integrantes de esas bandas y los funcionarios corruptos rara vez comparecen ante la justicia y quienes presentan denuncias contra ellos pueden convertirse en blanco de represalias y de procedimientos de expulsión acelerados. Es la bondad típica de un Estado corrupto cuando se le señalan sus patrañas.

Dicha impunidad ha permitido que los abusos contra los inmigrantes, que se encuentran en una situación extremadamente vulnerable, aumenten desde 2003 pese a los compromisos del gobierno de garantizar el respeto por los derechos humanos. La palabra de los Estados corruptos siempre suele tener el mismo valor que el papel mojado.

El pasado 19 de febrero, unos inmigrantes que viajaban sobre un tren de mercancías en el estado de Tabasco, en el sur de México, fueron secuestrados por un grupo de hombres armados. Un centenar de inmigrantes viajaban sobre el tren cuando, tras pasar por la pequeña comunidad de Faisán Vía, fue interceptado por agentes de los Servicios de Inmigración mexicano.

Los agentes detuvieron el tren y realizaron una operación para arrestar a los inmigrantes irregulares, los que carecen de permiso legal para entrar o permanecer en el país. Muchos de ellos fueron detenidos, pero otros corrieron hacia los lados de las vías y lograron escapar.

Algunos minutos después de que los agentes abandonaran el lugar, aparecieron siete hombres armados que rodearon a diez de los inmigrantes fugados. Tres de los diez consiguieron escapar de nuevo a la detención y regresar a un refugio para inmigrantes de Tenosique, en el estado de Tabasco, donde contaron lo sucedido.

Los tres testigos, una mujer y dos hombres, llegaron al refugio con heridas sufridas mientras corrían para escapar de los disparos. Según ellos, antes de escapar pudieron ver cómo los hombres armados arrancaban la ropa a una de las inmigrantes detenidas y se la llevaban junto con otros dos hombres.

A día de hoy se desconoce su paradero y sus vidas y las de quienes presenciaron el secuestro corren peligro. La Procuraduría general de la República ha abierto una investigación preliminar que tiene todos los visos de acabar en una vía muerta cualquiera.

Amnistía Internacional ha documentado varios casos más de operaciones similares en trenes de mercancías en zonas aisladas que han venido seguidas poco después de ataques realizados contra los inmigrantes por batallones de hombres armados. Seguro que es lo mismo que México desea para sus ciudadanos que cruzan la frontera con los Estados Unidos.


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