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18 noviembre 2010

Las 17 mujeres fusiladas de Guillena

Jesús Rodríguez y Gregorio Verdugo

Guillena es un pueblo situado apenas a veinte kilómetros de Sevilla que en 1936 contaba con una población de cuatro mil habitantes. Cuando se conoció la noticia de que el ejército rebelde se había sublevado contra la legalídad democrática de la República, la gente del pueblo formó un comité que se encargó de la recogida de armas por casas y cortijos, con la anuencia del brigada comandante de puesto de la Guardia Civil.

Establecieron guardias y vigilancia en los accesos al pueblo, llevaron en camionetas víveres y dinamitas a varias poblaciones cercanas e intentaron sin éxito la voladura de un puente sobre el Guadalquivir en la localidad sevillana de La Algaba.

A las ocho de la tarde del 26 de julio de aquel año, una columna mandada por Ramón de Carranza, que luego fue el primer alcalde franquista de la ciudad de Sevilla, tomó el pueblo y dejó nombrada una comisión gestora a cargo del Ayuntamiento que lo primero que hizo fue suspender a todos los empleados municipales, excepto el alguacil y el jardinero, y la sustitución del secretario por otro nuevo.

Dos días más tarde llegó a Guillena una columna al mando del brigada de la Guardia Civil Juan Ruiz Calderón, que se encargó de poner en marcha las milicias junto a Antonio Belmonte, jefe de Falange, y comenzaron las detenciones y las batidas en las inmediaciones de los pueblos para iniciar la represión y persecución de los huidos y, además, evitar los asaltos que se venían dando en cortijos y fincas en busca de alimentos.

Comienzan entonces las detenciones y los traslados de prisioneros a Sevilla para ser a los pocos días ejecutados. La gran mayoría de los detenidos se entregaban voluntariamente, engañados por los continuos señuelos de los represores y por las amenazas contra sus familiares.

En el marco de esa brutal ola de represión que se desencadenó después, durante el otoño de 1937, diecinueve mujeres del pueblo fueron detenidas y posteriormente sacadas de la cárcel, paseadas públicamente con las cabezas rapadas y obligadas a asistir a misa. Pocos días después, diecisiete de ellas fueron trasladadas a la localidad cercana de Gerena, donde fueron asesinadas alrededor de las diez de la mañana y arrojadas a una fosa común en el cementerio.

José Domínguez, que por entonces tenía ocho años y se encontraba jugando en un olivar cercano junto a sus amigos, le contó al profesor Leonardo Alanís Falante que durante la masacre las mujeres trataron de esconderse en los nichos excavados en la tierra y un sujeto apodado el Moña las cogía por los pelos y las ponía para que las mataran. Mientras ellas trataban de protegerse, sus verdugos disparaban sus fusiles desde la cancela del camposanto. Eran algo más de una docena, todos falangistas, salvo dos o tres guardias civiles. Una de las diecisiete mujeres presentaba un avanzado estado de gestación. La mayoría de ellas todavía permanecen inscritas en los registros civiles como personas vivas. La hija de una de ellas conservó para siempre la hoja del calendario que marcaba el día fatídico de aquel año en que asesinaron a su madre. Se puede decir que a partir de entonces su vida se convirtió en una prolongación inacabable de aquel noviembre trágico que se eternizó hasta el final de sus días.

Miguel Aguilera Garzón y Manuel Domínguez Postigo son hijo y nieto respectivamente de dos de aquellas mujeres. Hoy están luchando contra las adversidades para encontrar sus cuerpos y recuperarlos para honrar sus nombres y su memoria. Esta es la historia que nos contaron.






6 comentarios:

JUAN VILA dijo...

No conocía nada de esta historia, hasta hace un momento que acabo de leer un artículo sobre la misma en un periódico nacional.

Me parece muy llamativo que se cometieran tantas atrocidades en un pueblo tan pequeño.

Desgraciadamente, nuestra pasada guerra civil está llena de episodios como éste por parte de los dos bandos. Ojalá no vuelvan a repetirse nunca más.

Creo que está muy bien que las familias puedan conocer qué ocurrió con sus seres queridos. Lo que ya no me parece tan bien es que algunos jueces se dediquen a levantar de nuevo ampollas con estos casos.

Saludos.

Aliado.

Gregorio Verdugo dijo...

Aliado: ésa es una de las muchas heridas que deberíamos cerrar de la forma más adecuada. El reconocimiento es imprescindible para tantas familias que han sufrido mucho durante años. Y deberíamos aprender de la Historia, pero siempre conociéndola a fondo y asimilándola. Nosotros vamos a seguir la evolución de este caso, en breve tendrás nuevas entradas en este blog al respecto.
Un saludo.

JUAN VILA dijo...

Creo que conozco bastante sobre el tema, porque soy de Badajoz, donde los nacionales dieron multitud de ejemplos de su brutalidad y de su instinto asesino. En otros lugares, los del otro bando hicieron más o menos lo mismo.

No obstante, estoy de acuerdo contigo en eso de que la Historia hay que conocerla bien y, a ser posible, desde múltiples puntos de vista. Sólo así podremos tener una opinión ecuánime sobre cada episodio.

El problema es que muchos grupos se están aprovechando del clima favorable que existe actualmente, para darnos una Historia que muchas veces está distorsionada por ciertos intereses.

No podemos contemplar nuestra pasada Guerra Civil desde un único prisma y pensar que todo fue blanco o negro. Se dieron gran cantidad de tonalidad de grises y eso no quieren reconocerlo mucha gente.

Saludos y felicidades por el blog.

Aliado.

Gregorio Verdugo dijo...

Aliado: estoy de acuerdo contigo, no sólo hay blancos y negros, sino toda las tonalidades de colores por medio. Debemos de perder el miedo a conocer los hechos con toda su crudeza, sólo así seremos capaces de sacar lecciones del pasado. Espero que algún día lo consigamos.

JUAN VILA dijo...

Pues, en relación con este tema, yo todavía no he conseguido enterarme bien de lo ocurrido en ese episodio.

He consultado un montón de páginas Web y en todas ponía prácticamente lo mismo. Lo que me lleva a suponer que han dado un comunicado de prensa y todo el mundo lo ha publicado tal cual, sin pararse a ver si es cierto lo que dicen.

Eso es hacer un flaco favor a las víctimas de aquella guerra.

Entiendo que, antes de tomar posiciones por una u otra parte, hay que informarse debidamente y, en este caso, eso no ha ocurrido.

A estas alturas, ya no me creo todo lo que me dicen, porque he visto muchos casos de gentes que, según se ha publicado en muchos sitios, habían sido fusiladas en tal o cual sitio y luego se comprobó fehacientemente que el dato era falso.

Saludos.

JUAN VILA dijo...

Como dices que te gustaría que la gente supiera muchas cosas sobr la Guerra Civil, espero que no te moleste si te traigo dos ejemplos, aunque uno de ellos es de la inmediata posguerra.

http://www.secc.es/media/docs/5_3_campanario_hernando_cervera.pdf

http://www.mesasdeibor.com/index.php?option=com_content&task=view&id=33&Itemid=37

Así cada uno puede juzgar lo que le parezca más oportuno.

Saludos.