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20 noviembre 2010

En un EBE sin periodismo

Ayer estuve, como cada año, en un EBE 2010 que incomprensiblemente ha dado de lado esta edición al periodismo en la red. No lo digo como crítica, porque no es más que el fiel reflejo de lo que está ocurriendo a diario en Internet.

La red ya no es aquella utopía mil veces soñada mediante la que nos haríamos más libres a través de la información que nos sesgan u ocultan los medios. La red se está convirtiendo cada vez más en una serie de compartimentos estancos con sus llaves y contraseñas para entrar que, junto al exceso de información irrelevante y el ruido, está consiguiendo que la información de valor, la que nos puede aportar los elementos de juicio necesarios para un debate permanente que enriquezca la democracia, pase casi inadvertida y no logre casi nunca su objetivo principal.

Es curioso que casi todos los proyectos para realizar una información de calidad con un enfoque diferente estén liderados por los grandes diplodocus de los medios que, hartos ya de pendular por distintas cabeceras de las consideradas importantes, se aventuran en proyectos novedosos y más que interesantes en el seno de Internet. No es menos cierto también que, como reclama insistentemente Enrique Meneses en sus artículos, los jóvenes periodistas nos obsesionamos en integrar la plantilla de un medio tradicional antes que poner todo nuestro esfuerzo y nuestra ilusión en lograr dar relevancia a nuestro trabajo a través de esta herramienta formidable, aunque sea a trompicones.

Pero lo cierto es que esta evolución no pasa desapercibida para los grandes medios de comunicación, que siempre acuden a pescar en río revuelto. Así hemos sido testigos de cómo algunos de esos grandes proyectos de una información diferente, elaborada bajo los estrictos criterios profesionales del periodismo de calidad y con un enfoque que trata de esquivar los sesgos habituales que imponen los intereses de los grandes grupos de comunicación se han ido diluyendo y los profesionales que los lideraban han acabado siendo captados de nuevo por esos grandes grupos, de manera que la iniciativa rompedora ha acabado en nada o casi nada.

Es una batalla pendiente que aún queda por librar, si es que queremos que Internet sea esa fuente informativa plural, independiente y veraz que tanto decimos que necesitamos. Y es una batalla dura, porque enfrente tenemos no sólo al poderío económico y la influencia que ejercen los grandes medios de comunicación, también la tendencia cada vez más extendida de confundir información con espectáculo y la comodidad que implica el quedarnos con la verdad oficial o la que más interesa de los hechos.

Lo mejor sin duda de la jornada, aparte del reencuentro con tantos amigos, las conversaciones sobre periodismo y futuros proyectos con Charlie Torres, Jesús Rodríguez y Juanjo de Sin futuro y sin un duro. Si hay ilusión es que todavía existe un hueco para la esperanza.

La anécdota fue la presencia del alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, que no es bloguero, según él mismo manifiestó en su día, en la charla que Carlos Barrabés ofreció sobre “Emprender innovando”. Presencia que no acabo de entender, porque casi todo el grueso de la charla versó sobre el talento, algo que Monteserín se ha permitido el lujo de despreciar a raudales durante su etapa como alcalde de una ciudad a la que le sobra a espuertas. Es lo que suele ocurrir cuando uno se rodea de gente destinada a mantenerte en el poder al precio que sea, en vez de los mejores.

Eso sí, poco después, en la cafetería del Hotel Barceló, lo esperaba su inseparable Manuel Marchena y hasta ahí sí que no alcanza mi entendimiento: ¿qué coño pinta un tipo como Marchena en el EBE?



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