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20 agosto 2010

La Sevilla de las luces

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, ya tiene tumba política para la posteridad al estilo Tutankamon, aunque inversamente proporcional a su popularidad decreciente a un ritmo alarmante.

Monteseirín enterrará su carrera política en las famosas setas de La Encarnación, ese mausoleo imponente que se está construyendo con paciencia de hormiga laboriosa en el centro del casco histórico de Sevilla y que lleva ya más incumplimientos que una ley no escrita. Cada cual tiene sus gustos.

A este alcalde que está pero que no está, ya no le respetan ni la palabra. Ha faltado tiempo para que, desde que prometiera el pasado martes que la pasarela que une los parasoles iba a ser colocada ayer jueves, la empresa adjudicataria, Sacyr, vuelva a incumplir los plazos y a dejar al alcalde con el culo al aire ante todos los sevillanos. Donde dije el jueves, ahora digo una semana, y ya veremos. Abracadabra.

Mientras tanto, el gabinete de comunicación oficial del PP (entiéndase el ABC de Sevilla) ya tiene eslogan para su partido de cabecera en las próximas citas electorales.

Tras estrujarse el coco considerablemente, han llegado a la conclusión que lo mejor es ahondar en las diferencias territoriales en este país. Así, el lema elegido en relación al comportamiento de Zapatero para con esta ciudad es “¡Tó pa León y a Sevilla que le den!”. Ahí es nada.

Se ve que, bajo el sol justiciero de agosto, en Sevilla las luces brillan por su ausencia.



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