cabecera_tipográfica_trans

21 mayo 2010

Lo ejecutan 32 años después de ser condenado

David Powell había acordado con su novia, Sheila Meinert, que aquel día llevarían a cabo una transación de drogas para la que tenían que viajar desde Austin hasta Killen, en el Estado de Texas. En el coche de la joven introdujeron el cargamento y lo acompañaron de una pistola, un rifle AK-47 y una granada de mano, por si las moscas.
En el transcurso del trayecto, el agente de policía Ralph Ablanedo les dio el alto al comprobar que el vehículo no llevaba matrícula trasera. Extendió una multa a nombre de la propietaria y consultó por radio si existía alguna orden de detención contra los ocupantes. Tras ser informado por la central de que el sistema informáticono funcionaba, Ablanedo les dejó marchar.
Minutos después el agente recibió el mensaje de que existía una orden de detención pendiente por robo contra David Powell y salió en su persecución . Cuando les dio el alto de nuevo y se acercaba al vehículo le dispararon desde la parte trasera del mismo y lo mataron. Corría el mes de mayo de 1978.
David Powell fue acusado de asesinato y condenado a la pena de muerte, sentencia que se va a ejecutar el próximo quince de junio, treinta y dos años después de que ocurrieran los hechos. David Powel ha pasado mientras tanto todo este tiempo en prisión. Es como si le hubiesen aplicado dos condenas en una.
La ley del Estado de Texas establece que, para que se dicte una condena a muerte, un jurado debe considerar que es posible que el acusado cometa actos futuros de violencia delictiva que constituyan una amenaza constante para la sociedad.
Antes de ser juzgado, el juez encargado del caso ordenó que David Powell fuese sometido a un examen psiquiátrico para valorar si estaba capacitado para ser juzgado y si estaba cuerdo en el momento del delito. A la defensa no se le informó de que, además, los expertos evaluarían la posibilidad futura de su defendido, ni a éste que podía guardar silencio.
Los dos expertos encargados de las valoraciones declararon durante el juicio que creían que el acusado cometería actos volentos en el futuro, basándose en el examen practicado, por lo que fue condenado a muerte.
En 1989, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la condena, entendiendo que "la valoración sobre la peligrosidad futura es literalmente un asunto de vida o muerte, al que no se debe pedir al acusado que se enfrente sin la guía de un abogado".
Powell fue juzgado de nuevo en 1991 y volvió a ser condenado a muerte, pero tres años después la Corte de Apelaciones de lo Penal de Texas anuló la sentencia por un error en las instrucciones del juez al jurado.
La causa se retomó en 1999 y la acusación basó la futura peligrosidad del reo en delitos cometidos dos décadas antes, cuando Powell era un adolescente. En concreto que había robado un auto y que había utilizado documentación falsa. Además, adujeron que había infringido las normas de la prisión en la que se encontraba recluido mediante faltas como poseer un par extra de calcetines y calzoncillos, no hacer su cama antes de las seis de la mañana, poner la radio demasiado alta, insultar a un guardia que le negó la solución para las lentes de contacto y negarse a retirar un póster de la pared de su celda.
La defensa argumentó en aquel juicio que su comportamiento había cambiado radicalmente desde que ingresó en prisión y abandonó el consumo de drogas. Hasta tal punto que varios guardias de la prisión declararon durante el juicio que era un preso modelo.
El jurado, sin embargo, no lo vio de la misma manera y decidió que, si se le permitía vivir, contituiría un peligro para la sociedad, por lo que lo condenó a muerte por tercera vez.
El tres de junio de 2008 se celebró la vista federal de apelación de David Powell ante la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito en Nueva Orleans.
A dicha vista acudieron uno 25 policías de Austin, todos ellos pertenecientes a la Asociación de Policía de Austin ( APA), que llevaba más de dos semanas publicando anuncios en el periódico local sobre las novedades del caso y sobre la necesidad de "fijar una fecha de ejecución" para que "la familia de Ralph Ablanedo pueda pasar finalmente página".
A día de hoy, en el sitio web de la APA figura un anuncio con la fecha de la ejecución y la noticia de que se ha fletado un autobús para " los amigos y compañeros que deseen viajar a Huntsville el día de la ejecución. Todo un detalle que aliviará la soledad del reo.
David Powell contaba 27 años cuando sucedieron los hechos. Ahora tiene 59. A mediados del próximo mes pasará a engrosar la lista de los ejecutados en Estados Unidos en lo que va de año, dieciocho, la mitad de ellos en Texas.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

La pena de muerte debería estar abolida en EEUU y en el mundo entero hace tiempo. Aunque el asesino se confesare dispuesto a volver a matar, nadie tendría que ser ejecutarlo por ello. De lo contrario nos convertiríamos en iguales a él, da igual el motivo. Hay otras medidas de rehabilitación y castigo eficaces, como la reclusión a perpetuidad. Por eso creo que no hace falta el relato del "sufrimiento" del reo por cuanto alguien podría echar en falta al de la víctima. La simple invocación del derecho a la vida debería ser suficiente. Creo.
Dan

Gregorio Verdugo dijo...

Dan: la pena de muerte y su aplicación tan extendida es una de las mayores contradicciones del ser humano.