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12 noviembre 2009

Los nuevos periodistas necesitan las viejas redacciones

Una reflexión que me viene rondando la cabeza estos días. Los nuevos periodistas, los que están a punto de incorporarse a ser la carne de cañón de la profesión en los próximos años y la tierra donde ha de germinar la semilla del periodismo del futuro, necesitan de las viejas redacciones.

Tengo la sensación creciente de que, sin pasar por esos talleres permanentes del oficio, el nuevo periodista se siente incompleto, como si no hubiese terminado de aprehender todos los resortes de la profesión.

Las reuniones en la redacción, tras el cierre, en las que se hablaba de las cosas del día que concluía y de otras mil historias, compartiendo una copa o un café, debían ser la prolongación natural y necesaria de lo que uno ha aprendido en la facultad. Eran charlas de periodistas con experiencia y bagaje en el oficio, algo que muchos de los que hoy tenemos la intención de ingresar a ejercer esta sagrada profesión echamos bastante de menos.

Es cierto que, al parecer, esa práctica escasea cada vez más. Y también lo es que, como todo en Internet, se puede intentar construir una réplica virtual con bastantes semejanzas con la realidad sólo con darte una vuelta por la red y convertirte en asiduo de determinados sitios.

Pero, de veras, no debe ser lo mismo que el contacto directo, el vivir las historias y pesares de los demás a la hora de conseguir una noticia, de construir una crónica. Echo de menos el no contar con la luz de ese sabio compañero y sus consejos oportunos, la ausencia presente del espejo en donde mirarte.

Alguien en las facultades de comunicación debería hacer algo para mitigar de alguna forma esa cojera.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Además de esa "comunión" del cierre de redacción, también se pierde práctica (oficio) cuando no se "patea" la calle (confiándolo todo a internet) en busca del matiz, del detalle del que se nutre la crónica verdadera. Hay una cierta obsesión cibernética en el periodismo(que no digo que no sea necesaria), pero los instrumentos no deben ocultarnos los objetivos: ser la voz de la sociedad, construyendo su realidad y contándosela a ella misma. En las facultades, de tanto adecuarse al futuro, a veces pierden el presente y olvidan el ayer.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: el matiz está en la gente, es cierto, en sus historias, en sus gestos, en sus olores. Yo creo que las facultades ni están adecuadas al futuro, ni han sabido extraer lo valioso del pasado. El ambiente de las redacciones seguramente es algo de eso que sin duda ser perderá. A mí me gustaría conocerlo antes de que esto suceda, experimentarlo por mí mismo, como algo demasiado valioso que puede estar viviendo sus últimos días.

Anónimo dijo...

Coincido contigo y me pasa lo mismo: parece que soy testigo de una época del periodismo próximo a mutar por... qué sé yo. ¿Nos dará tiempo, Gregorio, a experimentar aquel antiguo oficio impregnado de tinta, alcohol y cigarrillos que no se casaba con nadie más que con la verdad de una buena noticia?

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: espero que sí, y que además nos sirva para ayudarnos a encontrar los nuevos caminos que esta profesión necesita.