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30 septiembre 2009

Comienza el “pies para qué os quiero” en el PP

El Partido Popular anda a la búsqueda de la cabeza de turco que le dé un respiro ante el escándalo desvelado por el caso Gürtel, que destapa una presunta trama de financiación ilegal. Y ha bastado que la dirección nacional exija una reacción que frene el desgaste que está sufriendo la formación para que todo cristo se ponga a nadar y a guardar la ropa. Ocurre como con las ratas en los barcos que zozobran y amenazan con hundirse, que siempre son las primeras en abandonarlos en desbandada general.

Mientras Camps se enroca en sí mismo y dice que lo que se está jugando en Valencia es “el futuro del cambio en España” (misteriosas e intrigantes palabras), destacados dirigentes de su partido no dudan en abandonarlo y señalarlo como el único responsable de lo que está pasando.

Desde Génova no cesan en su presión para que dé explicaciones y tome las medidas adecuadas, al mismo tiempo que, en un alarde de esgrima política de salón, la dirección niega de cara a la galería la mayor de que dicha presión exista en realidad y alardean de que Camps cuenta con el apoyo incondicional de todo el PP.

Sin embargo, ya están comenzando a hacerse visibles las deserciones en un sálvese quien pueda general que amenaza traer más de una sorpresa.

"Si hablan de cuentas del PP, no se referirán a las de Castellón", manifestó ayer Carlos Fabra dando un regate magistral que señala directamente a Camps y desmarcándose de la trama.

Desde Galicia, a donde también apuntan las revelaciones del informe policial, no tardaron tampoco en desmarcarse. Alberto Núñez Feijoo, Presidente de la Xunta, manifestó que "Rajoy ya ha pedido que se tomen decisiones en Valencia y se tomarán. Cada palo debe aguantar su vela", en una velada exigencia a que Camps reaccione de una vez antes de que la mierda pueda extenderse a todo el partido.

No se ha alzado todavía ninguna voz desde Andalucía, a pesar de que el nombre de Arenas está apareciendo más de lo deseado y todo apunta a que puede estar incluido en casi todas las quinielas y muchos dirigentes populares temen que, de seguir así las cosas, el escándalo pueda salpicar al propio Rajoy.

Mientras tanto, Camps se resiste a ofrecer una cabeza de turco que amanse las aguas revueltas, a pesar de que ayer, durante el debate sobre política general de la Comunitat Valenciana, dejó prácticamente solos a Rambla y a Costa y la tensión era tan evidente que apenas supieron disimularla.

La gangrena de la corrupción, que amenaza con extenderse entre las filas populares, ha conseguido que entre sus dirigentes se ponga de moda la vieja táctica de poner los pies en polvorosa.



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