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23 agosto 2009

Juan Ignacio Zoido y la parálisis

Juan Ignacio Zoido parece empeñado en paralizar cuanto suponga que Sevilla continúe en su avance para convertirse en la gran referencia del sur de España. Parece obstinado en que aquí no se evolucione en ningún sentido sin su sagrado consentimiento. O se hace como yo digo o nada de lo que se haga es válido, ésa parece ser la esencia sustancial de su estrategia política, con ese programa rayano en la demagogia espera alcanzar algún día la alcaldía de la ciudad.

Para Zoido, cualquier proyecto de envergadura destinado a dar más protagonismo a la ciudad y a sus pueblos limítrofes es una catástrofe. Ahora le ha tocado el turno al área metropolitana de Sevilla, según él, una "macroestructura para crear nuevos cargos en los que colocar a los socialistas", me imagino que como todas las áreas metropolitanas que existen en España, que por cierto están gobernadas por partidos de todos los colores, incluido el suyo propio.

Habrá que preguntarles a los dirigentes populares que gobiernan algunas de las áreas metropolitanas más grandes de España cuántos compañeros de partido han enchufado en esas “estructuras de poder gigantescas e inútiles” que con tanto empeño consiguieron implantar.

A Zoido parece como si le doliera que Sevilla avance, especialmente si quienes lo consiguen son otros. Un político que parte siempre del “no” y de la oposición sistemática a cualquier propuesta que nazca del “otro” es alguien cuya estrategia fundamental es la parálisis, el detener, entorpecer, impedir la acción y movimiento de algo.

Él siempre ha apostado por la Sevilla del tópico y la postal, es su Sevilla de siempre, la que no se ha de tocar para que no me la cambien, como si los sevillanos estuviésemos condenados por una ley anacrónica e invisible al retraso y a la agonía que produce el vivir encajonados en esa estampa de “juerga y pandereta” que tantos como él, por intereses que todos conocemos, están empeñados en perpetuar.



2 comentarios:

Im-Pulso dijo...

El ente metropolitano, como todos los entes, no genera corrupción de forma "natural".
La corrupción la generan las personas.
Negar una necesidado un instrumento alegando la posibilidad de que sea utilizado por hipotéticos corruptos nos llevaría a cuestionar la pervivencia de algunas instituciones, empezando -a fecha de hoy- por la Generalitat valenciana, por ejemplo.

Gregorio Verdugo dijo...

Félix: si por algunos de estos fuera, en este país no habría institución que funcionase, porque nadie hae mejores negocios con el desgobierno que ellos.