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15 agosto 2009

El idealista indomable

Internet es la cueva tecnológica donde se refugia el último idealista, que continúa erre que erre con su lucha solitaria y sin resultado alguno, incansable ante la adversidad, inmune al desaliento.

Los blogs y las redes sociales constituyen su campamento de invierno desde el que planificar y lanzar las campañas para erosionar al sistema. En ellos se esconde el reflejo indomable de su carácter, su retrato más real y su voz más sincera.

El idealista indomable es el ser más odiado por el sistema, el que más se le atraganta, el que jamás logrará absorber e integrar en la tétrica tela de araña para que se mimetice y disuelva en la gran mancha difusa que es la masa.

Y él lo sabe y se enorgullece de ello, aunque la mayoría de las veces apenas le sirva para nada. El idealista indomable no mide el éxito de sus acciones por el resultado de las mismas, sino por el grado de satisfacción que su ejecución le produce.

A veces suspiro por llegar a ser uno de ellos, un ser que se alimenta de sueños que no necesitan siquiera ser concretados, alguien para el que la realidad no es más que una circunstancia temporal, siempre susceptible de cambiarse.

Pero es difícil ignorar los cuarenta y dos grados a la sombra que te golpean en el rostro nada más asomarte a las calles de Sevilla y que te obligan a permanecer todo el día con la cabeza debajo del difusor del aire acondicionado y sin poder moverte de las penumbras frescas de la casa.

Porque hay realidades que ni el más recalcitrante de los idealistas indomables habidos y por haber son capaces de cambiar. Y el calor, en Sevilla y en agosto, siempre derrota a cualquier oponente que le plante cara, convirtiendo a la ciudad en una lánguida e interminable procesión de perdedores.

Tal vez en invierno cambie la suerte.



2 comentarios:

151 dijo...

Tal vez, solo tal vez, el idealista se encuentra inmerso en una burbuja imperturbable que ni siquiera el más agresivo elemento de la naturaleza puede erosionar. Ahora, en el mundo actual de las comodidades infinitas, puede parecer que jamás se le pueda ganar a “la caló” del agosto sevillano, pero hace solo unas décadas los chavales y no tan chavales desafiábamos y vencíamos la misma con solo un vaso de agua pedido a cualquier tasquero del barrio….A lo mejor la diferencia con las nuevas hornadas generacionales es que, nosotros, estamos convencidos de poder hacer frente a adversidades que, a día de hoy, para ellos se convierte casi en una utopía.
Por ello sigo pensando que para tener posibilidades de ganar sin desgaste, antes, hay que tener la “suerte” de sufrir para ganar, al menos te da la fortaleza para intentarlo de manera reiterativa e incansable.
Un abrazo.

Gregorio Verdugo dijo...

151: eran otras circunstancias y muchos de los de entonces todavía lo intentan, lo que ya de por sí es un logro.
La burbuja es autoimpuesta, pero más como una forma de evitar contaminación, una especie de fidelidad a prueba de bombas a lo que uno piensa y siente.
Quizás, más que sufrir, haya que invitar a las generaciones nuevas a pensar por sí mismas, a soñar y a intentar materializar el sueño. No siempre se consigue, pero merece mucho la pena.
Un abrazo.