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15 julio 2009

El estado de ánimo del periodismo

“Nos estamos refiriendo a gente que sin ser periodista y sin recibir recompensa económica genera contenidos, y muchas veces buen contenido. Gente que, además, publica con frenesí y entusiasmo, estados de ánimo que a veces los periodistas perdemos en medio de la rutina, y la queja constante sobre lo mal que nos pagan.”

Lo dijo Pepe Cervera sobre la actividad de los bloggers en comparación con la de los periodistas en un mundo en el que impera la sobreabundancia de la información, durante un taller de 10 días con periodistas del Grupo El Comercio, en Lima, Perú.

Yo me atrevería a ir más lejos todavía, porque algunos bloggers se la juegan en nombre de una libertad de expresión que poca gente respeta y, mucho menos que nadie, quienes detentan el poder suficiente como para joderte y que no se pueda mover un dedo por tu persona.

Lo he vivido en mis carnes y también en las de otros compañeros, y creo -y tengo pruebas- que todavía no ha acabado. Afrontar la información sin tener las espaldas cubiertas por un medio y estando al alcance de la mano vengativa de quien delatas o criticas puede ser incluso más peligroso que encontrarte en una trinchera de primera línea de cualquier guerra olvidada en este jodido mundo. Porque cuando caigas, aplastado por el acoso inmune del superior, eres como un muerto de segunda, de esos que nunca tienen un hueco en los telediarios.

Y continuar a pesar de todo con la tarea, aún sufriendo tan terribles consecuencias, requiere de un coraje y una determinación que, en efecto, se echa de menos en muchos periodistas que, teniendo más fácil el acceso a las fuentes y pudiendo ahondar aún más en las denuncias, pasan por los temas de puntilla, rindiendo pleitesía a no se sabe qué ocultos y poderosos intereses, obviando por completo la intrínseca misión del periodista de estar inmutablemente al lado del ciudadano.

La voz de un blogger decidido a contar lo que sabe y con la determinación inquebrantable de hacerlo al precio que sea es muy difícil de callar, a pesar de que todos somos humanos y nunca sabemos dónde encontraremos nuestro límite. Sin embargo, tal y como están las cosas, la voz de los periodistas se calla con demasiada facilidad y, la mayoría de las veces, con el mínimo esfuerzo.

Además está el corporativismo sano. Quiero pensar que entre los bloggers existe una complicidad, un nexo de unión íntimo, que nos anima a arroparnos unos a otros, a hacer de la causa del otro nuestra causa y mientras no perdamos ese espíritu seremos fuertes para combatir las adversidades. Entre los periodistas, ese espíritu ha brillado por su ausencia y sólo ahora, cuando llueven chuzos igual para todos, las asociaciones de la prensa han osado sacar la cabeza de la tierra donde la han tenido escondida durante muchos años.

Así que animo a los bloggers a continuar insuflados por ese mismo ánimo que nos ha hecho transformar radicalmente el concepto de la información tradicional, los invito a que allí donde haya una injusticia, por pequeña y nimia que sea, exista un blogger con las agallas y la decisión necesarias para contarla cueste lo que cueste. Porque nosotros no nos conformamos con ser testigos del mundo, sino que además tenemos la imperiosa necesidad de contarlo, y eso es una fuerza tan poderosa que es difícil de atrofiar.

Hoy aquel espíritu aventurero y provocador que propició la aparición del periodismo como fuerza social tranformadora habita más que nunca en el alma indómita del blogger. Ahí se gestan la mayoría de los problemas que enfrenta la prensa tradicional y que la están llevando a la hecatombe.



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