cabecera_tipográfica_trans

18 junio 2009

Las redes sociales noquean al enviado de dios

Los dioses siempre han padecido una obstinada obsesión por contar con representantes terrenales fedatarios de su poder universal en el mundo de los vivos.

Ali Jamenei, líder espiritual de Irán, cuenta con el dudoso orgullo de ostentar todo el poder de su dios en la tierra, como el poder de otro dios antagonista recae sobre un ex-nazi que habita el único estado teocrático enclavado en pleno corazón de Europa.

El poder ilimitado de Jamenei, otorgado de por vida por un consejo de expertos de 86 religiosos, consigue que figure en la propia Constitución de Irán por encima del derecho y de la ley, poco más o menos como su antagonista de Roma.

No sólo es Comandante en Jefe del ejército y de las temidas Guardias Republicanas, sino que además controla el Consejo de Guardianes nombrando directamente a 6 de sus 12 miembros y a los restantes a través del Juez Supremo, puesto que es él mismo quien determina su ocupante. Este Consejo no es sino el encargado de dictaminar si las leyes que se aprueban en el parlamento son acordes a la ley islámica. Dios hasta en la sopa.

Además, Jamenei nombra a dedo los altos cargos de la justicia y de los medios de comunicación, decide si los candidatos a las elecciones son fiables ideológica y religiosamente y confirma a los presidentes electos para otorgar validez a la elección del pueblo, o no. Nunca la ubicuidad de un dios se hace tan manifiesta como en una teocracia.

En Irán, criticar al líder espiritual supone tener que enfrentarte a la pena de muerte, porque allí, como en Roma, la separación Iglesia-Estado todavía sigue siendo un sueño de las mil y una noches.

En estos días revueltos en el antiguo Imperio Persa, Jamenei ha invocado todo el poder de su dios para callar la voz de un pueblo que se siente estafado y poner orden en el siempre pecador reino terrenal.

Este Papa de la media luna ha impuesto un férreo control a los corresponsales de la prensa extranjera impidiéndoles filmar las imágenes de las manifestaciones y los enfrentamientos en protesta por los resultados de unas elecciones más que sospechosas, haciendo imposible la labor de informar.

Ha aplicado el veto de silencio a las informaciones que emiten los medios locales, ha asaltado las universidades reprimiendo a los estudiantes y ha intentando controlar la red mediante censuras, bloqueos y amenazas de la guardia revolucionaria a los usuarios que osaban sortear las medidas de censura.

Pero se ve que el poder de dios o no existe, o debe de andar ocupado en otros menesteres, porque las redes sociales, y más en concreto Twitter, se han convertido en un canal permanente de información capaz de sortear el más claustrofóbico de los bloqueos. Internet, como se ha podido comprobar, es atea y anárquica, para sofoco del viejo líder espiritual.

Incluso medios tradicionales con gran despliegue informativo, como The New York Times y Washington Post se han visto obligados a citar a los usuarios informadores como fuentes. Lo mismo ha ocurrido con las agencias de noticias, que hasta están distribuyendo las imágenes que cuelgan los usuarios en las redes, como si de enviados especiales se tratase. A la red lo que es de la red, por fin.

Es posible que desde Occidente veamos como heroicidad lo que en realidad no sea más que el único atisbo de esperanza de cientos de miles de personas. Tal vez, como pronostica Iñigo Sáenz de Ugarte nuestras eufóricas reacciones, como la intervención del gobierno americano ante Twitter para que pospusiera una parada de mantenimiento con tal de no cortar el flujo de informaciones provenientes desde Irán, no hagan sino alertar a las autoridades iraníes sobre dónde han de cerrar más la tenaza de la censura y la represión.

Pero lo que sí es cierto y nadie puede poner en duda a estas alturas es que las redes sociales, ese ejército invisible armado de teclados y pantallas fosforescentes, han sido capaces de noquear al enviado de dios en la tierra con todo su poder. Y esto puede suponer un milagroso rayo de esperanza para otros muchos rebaños de ovejas descarriadas de dios.



No hay comentarios: