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25 junio 2009

El andalucismo rancio del Partido Popular

Me jode sobremanera que aquellos que se opusieron a que Andalucía tuviese su Estatuto de Autonomía por el artículo 151 de la Constitución Española, sencillamente porque nunca han pensado que esta tierra fuese siquiera una comunidad ni mucho menos un pueblo, quienes se apuntaron a última hora al nuevo Estatuto, por la puerta chica y a regañadientes, obligados por la cruda realidad de que si no lo hacían no tenían ningún futuro político aquí, los que han renegado siempre de Blas Infante y que han sido a lo largo de la historia de este sabio pueblo quienes han sacralizado el latifundio y el analfabetismo, incapaces de concebir esta tierra más que como coto privado de caza y prostíbulo donde llevar a cabo sus jaranas clasistas y enaltecedoras del tópico inútil y engañoso, me jode que ahora se les llene la boca con la palabra Andalucía, cuando han sido incapaces de dar un duro por ella desde que el hombre es hombre.

Pero lo que más me jode es que encima se crean en el derecho de poder juzgar y condenar el andalucismo en los demás que ellos mismos no tienen y se permitan frases frívolas como la que pronunció ayer el secretario general del PP en Andalucía, Antonio Sanz, sobre el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, cuando afirmó sin que se le cayeran los anillos que "es un político que tiene muy pocas ganas de pelear por Andalucía, un político de moqueta y laboratorio que no sale de palacio y no tiene fuerza, ni fuelle".

La clave de todo está en que Griñán, nada más tomar posesión, aseguró en su discurso de toma de posesión que «la principal política económica es la educación, ampliar el conocimiento», algo que siempre ha estado en radical oposición con los intereses de la derecha en Andalucía. Y, claro, es imperdonable una apuesta así.

A Antonio Sanz basta con verle la cara y observar sus maneras para entender a la primera la clase de Andalucía que pretende. Miedo me da que algún día, ojalá que nunca, alguien como él, o como Javier Arenas, puedan tener en sus torpes manos de caciques el futuro de esta tierra.



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