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19 marzo 2009

Un ocho de libertad para Birmania


El ocho se ha convertido en el número mágico de la cultura birmana.

Fue un 8 de agosto del año 1988 el día que se iniciaron las manifestaciones contra el gobierno de Birmania por la llamada Generación de estudiantes del 88.

El 26 de Agosto de aquel año, Aung San Suu KYi, Premio Nobel de la Paz, manifestó ante la Pagoda Shwedagon el deseo del pueblo de dotarse de un sistema de gobierno democrático y pluralista, realzando la contribución de los estudiantes para su consecución.

Suu Kyi habló de paz y tendió su mano al ejército y a los soldados, para que facilitasen el camino a la democracia. La respuesta de la Junta Militar no se hizo esperar y, al término de las manifestaciones, los soldados birmanos habían asesinado a tiros a más de 3.000 opositores al régimen militar, siendo ella misma detenida.

Era el 20 de julio de 1989. Su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD) ganó las elecciones del 27 de mayo del año siguiente, pero los militares no reconocieron el resultado y mantienen hasta la actualidad una férrea dictadura.

Suu Kyi permaneció 13 años detenida y miles de monjes y estudiantes fueron encarcelados por oponerse al brutal régimen dictatorial y demandar un camino a la democracia.

Ella es el rostro más internacional de la lucha por la democracia en Birmania. Ha sido detenida una y otra vez desde entonces y, en este momento, se encuentra bajo arresto domiciliario, sin contacto con el mundo exterior.

La crisis actual, que arrecia igual para todos, ha vuelto más vulnerables a los generales de Birmania frente a la presión internacional y este hecho supone una brisa de esperanza y un resquicio inapreciable por donde resquebrajar su régimen.

Según AVAAZ, hay indicios de que la presión internacional comienza a funcionar. En diciembre, 12 ex-mandatarios de 50 países enviaron una carta al Secretario General de la ONU mediante la que lo instaban a ejercer la presión necesaria para liberar a todos los detenidos políticos. El resultado fue la liberación de 20 de ellos en el mes de febrero, tras una misión oficial de Naciones Unidas al país.

Ahora los activistas birmanos se han propuesto conseguir 888.888 firmas de apoyo a una petición al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, para que dicha presión se convierta en una de sus prioridades absolutas y se consiga la liberación de Suu Kyi y la de todos los prisioneros políticos y han hecho un llamamiento en busca de apoyo a la comunidad internacional, a pesar del riesgo que esto supone.

A día de hoy son ya más de 160 organizaciones de exiliados birmanos y grupos de solidaridad de 24 países los que participan en esta campaña.

De nuevo la magia del ocho frente a la superstición superlativa y atávica de la junta gobernante. El número que simboliza la esperanza de todo un pueblo frente a la intolerancia y la crueldad de unos gobernantes sin escrúpulos.

Está en nuestra conciencia convertirnos en un ocho birmano por unos instantes y colaborar a conseguir el número mágico de firmas que ayude a la liberación definitiva de los inocentes. Yo ya lo he hecho y me siento mucho mejor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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