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25 marzo 2009

Perdóneme, talibán Rouco Varela

Perdóneme cardenal, pero yo no quiero tener la “la dignidad del ser humano como hijo de Dios”.

Discúlpeme si le ofendo, pero apostato de la dignidad de un ser que basa su concepción de la justicia en el concepto más duro de venganza, de la dignidad que se transpone en hoguera y va quemando herejes por el mundo simplemente porque piensan diferente a mí. Me aparto, con su permiso, de esa indignidad malsana que obligó a los suyos a bendecir armas destinadas a matar a inocentes y a justificar crímenes contra la humanidad.

Permítame que reniegue de quienes predican la pobreza desde tronos de abundancia y riqueza, consiéntame que me aleje voluntariamente de aquellos que prefieren la pertinaz contumacia del sufrimiento antes que el alivio razonable de aceptar el advenimiento de lo inevitable como algo natural y consustancial a la vida misma.

Reconozco que existe el derecho al sadomasoquismo cuando se solicita de manera voluntaria, pero al menos admítame el mío a exigir que no se me aplique.

Comprendo que en una organización tan jerarquizada, atávica y prepotente como la que usted representa estas cosas son de difícil digestión, cuando no imposible. Pero resulta que vivimos en el siglo XXI y que ustedes han perdido aquella bicoca ancestral del control exclusivo del conocimiento y ahora, mire usted por dónde, uno es libre de elegir buena parte de su destino, cuando no todo.

Y en ésas, me quedo con mi existencia en la tierra y le dejo el cielo prometido para usted, humildemente, porque entre otras cosas, debe ser bastante aburrido vagar eternamente y sin posibilidad de consuelo alguno acompañado por individuos como usted.

En todo caso, si yo no tengo razón, me condenaré a los fuegos fatuos sin remedio. Pero si la tengo, entonces al que habría que proteger es a usted por su condición de no nacido, al menos en este siglo que ahora nos ha tocado vivir.

2 comentarios:

harris dijo...

Jack tio te mueves por prejuicios...

Gregorio Verdugo dijo...

Harris: venga joder, esos son juicios, No me vengas ahora a contar que lo de la Iglesia son juicios razonables, porque entonces me da algo. En ese tema prefiero no entrar, yo que tú miraría el significado de la palabra prejuicios en el diccionario antes de opinar.